Por Julio Herrera

La nacionalización o estatización de las empresas privadas en quiebra o al borde de la bancarrota se presenta en estos momentos en el mundo occidental como la solución a la crisis económica ocasionada por la prolongada parálisis de los mercados debido a las medidas de aislamiento social y cuarentena adoptadas como único medio seguro para contener la expansión de la pandemia del coronavirus.

Las principales economías de Europa y los Estados Unidos han empezado a tomar medidas en esta dirección presionadas por la relativa estabilidad que en los próximos meses podrían presentar en el mercado internacional el bloque de empresas chinas con mejor oferta y mayor competitividad que estarán prestas a invadir y copar plenamente el mercado occidental. Las principales empresas occidentales, en los rubros más importantes: aviación, finanzas, tecnología, manufacturas, etc. deberán estar en muy poco tiempo en la capacidad de resistir la fuerte competencia que se avecina con sus pares chinas. Pese a la pandemia y a sus letales consecuencias para la economía mundial las principales empresas chinas han crecido en este año y se preparan para una expansión global aprovechando el terreno cedido por las empresas occidentales. Ante esta situación, una de las reacciones en los Estados Unidos ha sido restringir el ingreso de las empresas chinas al mercado bursátil norteamericano, iniciativa que proviene tanto del Senado como de algunas empresas como Nasdaq. En los primeros meses de la pandemia en occidente, China aprovechó el caos durante el pánico que acompañó al cierre de los mercados y compró aproximadamente el 30% de las acciones de compañías de capitales occidentales que operan en China ganando $ 2000 mil millones y recuperando el control de las empresas de hasta en ese entonces en propiedad de inversionistas europeos y norteamericanos dentro de territorio chino. De esta forma China se apodera de la industria pesada que abastece al mundo entero, a la vez que las divisas generadas por estas empresas se quedarán en China y ya no regresarán a occidente. Este es un  factor fundamental para comprender por qué la estatización y la nacionalización de las empresas privadas es la salida más viable para las principales economías occidentales: EE.UU., Alemania, Francia, Reino Unido e Italia; situación  a la que tendrán que sumarse otras economías como en una reacción en cadena: España, Portugal, Grecia, Argentina, Brasil, México, etc.

DEPARTAMENTO DEL TESORO DE LOS ESTADOS UNIDOS

En el caso de los Estados Unidos la tendencia hacia la nacionalización de las empresas privadas es un proceso que se inició con la crisis del 2008 y que desde ese entonces se ha ido acentuando – al igual o de manera muy similar que Alemania. La crisis generada por el coronavirus sólo ha terminado por afirmar definitivamente esta tendencia. Así por ejemplo, desde marzo del 2020, el Tesoro de los EE.UU. ha venido comprando sistemáticamente las acciones de sus empresas más poderosas como Microsoft, Facebook, Amazon, Google, Apple, lo cual significa no solamente una nacionalización de los capitales privados norteamericanos sino también un proceso calificado como “des-globalizador”.

En el caso de Europa, tanto Alemania como Francia e Italia han dado los primeros pasos hacia el inicio del proceso de nacionalización de sus principales capitales privados. Recientemente la Unión Europea modificó su legislación interna permitiendo a partir de ahora que sus Estados miembros  puedan participar del capital de las empresas privadas a través de las denominadas “ayudas públicas” con algunas restricciones de tal forma que dicha participación se limite a garantizar la viabilidad de la empresa y «no debe ir más allá de lo necesario para restaurar la estructura de capital que tenía el beneficiario antes del brote de coronavirus”.

En América Latina el primer país en plegarse a la “ola de nacionalización” es Argentina, tras el pendiente proceso de nacionalización de la petrolera YPF aún en litigio, el gobierno del presidente Fernández anunció a inicios de Junio la nacionalización de la empresa agraria Vicentín, la agroexportadora más grande de Argentina y declarada en quiebre desde diciembre del 2019. Al respecto el presidente argentino señaló que la  intención de su gobierno no es avanzar hacia un modelo socialista como el de Venezuela.  «No estamos expropiando una empresa próspera. Si la empresa estuviera funcionando normalmente, no hubiera pensado en nada de esto. Esa es la diferencia entre nuestra decisión y cualquier política intervencionista o socialista”, explicó Fernández.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here