POR JULIO HERRERA

Polémica y polarización está causando en el Perú la promoción por parte del Ministerio de Cultura de la película “Río Profundo” (Deep River, a portrait of “the Peruvian Che Guevara”) que realza el aspecto de héroe social y líder agrario de Hugo Blanco, personaje de izquierda indultado después de haber asesinado a un policía en un ataque a una comisaría en Cusco. PORTADA HISPANA conversó al respecto con el reconocido jurista Miguel Ángel Rodríguez Mackay.

En su columnas de opinión publicada en el Diario Correo Usted ha señalado claramente por qué desde el punto de vista estrictamente jurídico el caso de Hugo Blanco no corresponde al de un rebelde o combatiente, sino que cuadra en la figura legal de la delincuencia o la subversión. Entonces, ¿Por qué el Ministerio de Cultura ha convenido en promocionar la película “Río Profundo” que narra el aspecto de líder agrario y héroe social de Hugo Blanco?

En el imaginario colectivo de nuestro país, sea en lo social, en lo político o en lo académico, etcétera, se confunde la ideología de izquierda o comunismo con la denominada justificación social, es decir, se asume que “comunismo” es igual a “justicia social”. Eso es un error. Hay una especie de “monopolización” de la justicia social por parte de las ideologías de izquierda o del comunismo, lo cual es una barbaridad pues la justicia social no tiene ideología, la justicia es un valor ontológico, la justicia social no es de izquierda ni de derecha política ni ideológica, es superior a las ideologías. El hombre, más allá de su ideología, siempre va buscar la justicia social. En este caso, Hugo Blanco es un líder agrario, sí lo es inicialmente, pero rápidamente se convirtió en un agitador, en un subversivo. Para la doctrina del derecho penal y para cualquier sensata definición de la vida humana, el subversivo Hugo Blanco se convirtió en asesino en el instante que mató a un policía. Las generaciones posteriores desconocieron este hecho y lo han confundido creyendo que es comunismo o lucha social. Cuando en los años 80s Hugo Blanco regresa al país y es elegido diputado bajo ese revestimiento desnaturalizado fue «legitimando» en esa condición. Pero su pasado delincuencial quedó intacto e imborrable. 

MIGUEL ANGEL RODRIGUEZ MACKAY , EXPERTO EN DERECHO INTERNACIONAL

La izquierda se ha acostumbrado -en esta tendencia de monopolizar la justicia social- a mitificar a sus cuadros, lejos de atribuirles responsabilidad por sus crímenes o actos subversivos, dejándolos como si fueran impolutos pero no lo son. Eso es una cosa, pero otra es no diferenciar o confundir a un personaje del comunismo con un delincuente. No todos los comunistas son delincuentes. No por el hecho de ser comunista alguien puede ser considerado delincuente. Hay delincuentes en la derecha y en el centro, políticamente hablando. Hay íconos del comunismo peruano que merecen todo respeto como personas y como líderes políticos como José Carlos Mariátegui, Jorge del Prado o Javier Diez Canseco, ellos son comunistas, pero no por esa posición ideológica fueron delincuentes. En cambio en el caso de Hugo Blanco y de otros subversivos utilizaron la violencia como método y ocultaron el acto punitivo en el partidarismo o la militancia de izquierda o comunista. Y los comunistas no lo señalaron y eso estuvo muy mal.

¿Se puede afirmar que el mismo Estado está haciendo apología a la subversión con la promoción de esta película?

El responsable de todo lo que estamos viendo es el propio Estado y nuestra clase política porque a cuarenta años de terrorismo y la subversión no hicieron nada para que las generaciones que hoy son jóvenes conozcan la realidad. Están confundidos porque desconocen o no entienden qué es una lucha confrontacional contra el Estado como beligerancia y qué cosa es un conflicto armado, como si acá en el Perú en los años 80 hubiese habido una guerra civil como si hubiese habido una beligerancia entre dos partes. Lo que hubo fue fueron grupos terroristas y subversivos que se enfrentaron al Estado, que es distinto, sin reconocimiento internacional, siendo para ellos solo aplicables por sus actos el derecho penal. Nada más que eso. El Estado no ha enseñado en el sistema educativo la diferencia entre estos dos escenarios. Acá en el Perú no hubo una guerra civil. No se ha enseñado qué cosa es terrorismo, qué cosa es subversión y qué cosa es guerrilla, todas distintas y distantes de la beligerancia.

Vemos que tanto el Ministerio de Educación como el Ministerio de Cultura han sido tomados en los últimos 30 años progresivamente por sectores de ideología progresista de izquierda que sacan partido de estas figuras llamándolas como “héroes de la justicia social”, que tal ignominia!., proyectando a través de su accionar una imagen que da a entender que el comunismo está tomando forma en el Perú, utilizando –en el caso de la película sobre Hugo Blanco- un muy mal ejemplo. Preocupa un comunicado emitido por el Ministerio de Cultura en el que se desentiende del tema de fondo como es la apología a subversión, defendiendo la delincuencia. El Estado debe mostrase fuerte y no puede ser mesa de partes de una temática para una película a todas luces censurable para la memoria nacional herida por el terrorismo que tuvimos. Aquí esto no se trata de  defender la libertad de pensamiento, no se trata de José Carlos Mariátegui ni de Javier Diez Canseco, quienes utilizaron las ideas y la razón mas no la violencia ni la subversión, aquí estamos hablando de un delincuente. Esto es apología a la delincuencia. El ministerio de Cultura no debe ideologizarse, el Estado debe actuar sin ideologías de izquierda ni de derecha, pero vemos cómo los Ministerios de Educación y de Cultura, que deben ser los entes que regulen y formen los criterios de análisis y los sistemas de valoración de la Nación peruana, han sido ideologizados.

HUGO BLANCO: DEEP RIVER, A PORTRAIT OF «THE PERUVIAN CHE GUEVARA»

¿Cuáles son las consecuencias de lo que está pasando en el Ministerio de Educación y el Ministerio de Cultura?

Todo esto lo que ocasiona es la polarización política del Perú porque crea un contexto o un marco en que las opiniones contrarias de los sectores militares –que son comprensibles- ante lo que está pasando en el Ministerio de Cultura, son tildadas por la izquierda peruana y el progresismo como “actos reaccionarios”, siendo fácilmente deslegitimizadas estas opiniones válidas, palanqueando la polarización entre izquierda y derecha en el Perú porque el punto de partida de este debate empieza mal, empieza con la apología a la delincuencia y a la subversión, es un mal inicio para este debate, haciendo girar un círculo vicioso, y diga lo que se diga después, opine lo que opine después, de uno u otro lado lo que va a generar, y está generando es la polarización política del Perú. Es algo que desde su inicio está viciado y hace daño al país que ha luchado por superar el trauma del terrorismo. Debe quedar claro que aquí no se está cuestionando las raíces ideológicas comunistas de Hugo Blanco, eso no está en debate, lo que se cuestiona es su carácter delincuencial.

El Estado en estos 30 años transcurridos es endeble ante el terrorismo, y eso nos está pasando factura porque hoy los jóvenes y niños nunca vieron en los libros escolares un reproche al accionar terrorista de Abimael Guzmán. El sistema educativo no ha tomado un libreto de rechazo o reproche al terrorismo, lo cual es un gran error del Estado que ha venido dejándolo pasar. El Estado no debe tener ideologías, Lo que debe hacer formar críticamente, promover el pensamiento y la formación de valores y de ideas de las generaciones y no en base a ideologías de ningún lado. Lo que estos ministerios deben es velar por formar valores de amor a la Patria, profundizar el patriotismo, el amor al Perú. Por eso ahora comprenderá usted por qué cuestionan servir a la Patria. Es una pena. No estamos mirando lo más importante que es el alma nacional, base para nuestro desarrollo. Hugo Blanco no es un ícono y un ejemplo de nada para las nuevas generaciones. Nuestra democracia debe ser fuerte. Todo esto pasa porque el Perú es un país enteramente reactivo. 

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