Por JULIO HERRERA *
La interculturalidad podría ser entendida también desde esa perspectiva que enfoca la pregunta ¿“”qué mecanismo podríamos adoptar para construir una actitud intercultural?”” , que es una propuesta alternativa porque escapa de la posición netamente cientificista y trata de comprender la interculturalidad como una “actitud” más que como un “estudio” que abarca todos los ámbitos del conocimiento humano y todos los aspectos de la actividades humanas en un afán integrador y sincretista de todas la inquietudes humanas comunes a todas las culturas, como por ejemplo la inclinación a las ciencias, el afán de conocimiento, las manifestaciones religiosas, la expresiones artísticas, los gustos estéticos, las preferencias éticas, los valores morales, las relaciones con el medio ambiente, el goce y apreciación musical, las formas de entender las relaciones políticas, la actitud filosófica y la tendencia a la socialización en todas la culturas, es la forma como se ha entendido la interculturalidad hasta este entonces: pero esta pregunta es en realidad una repregunta porque implica una revisión o una mirada sobre todo lo anterior ya tratado desde la antropología, la filosofía, la lingüística, la sociología, las políticas interculturales, el derecho y otras disciplinas que contribuyen; es decir, que esta pregunta implica entender si es que todos estos avances hechos por todas estas disciplinas y más en realidad han servido para contribuir a la construcción de una verdadera “actitud intercultural”, porque esto implica ya una recomposición de la escala de valores y una reclasificación de prioridades y objetivos, hablando holísticamente, es decir, desde una perspectiva universal, que es la perspectiva que el fenómeno de la globalización nos ha alcanzado, la conciencia de la presencia de “otros” diferentes conviviendo con “nos” .
Cultura VS Interculturalidad.-
Esta pregunta de los mecanismos para construir una actitud intercultural se acerca más a una propuesta por llevar a la interculturalidad al campo de la vida práctica, que sería de alguna manera contraponer la interculturalidad al modus operanti de las corrientes geo-económicas que conducen la civilización. Por ejemplo, nada más ya de por si esta “actitud intercultural” entraría en contradicción con el “american way of life”, sería una “intercultural way o life” v.s. el “american way of life”, por ser sólo un ejemplo, esto ya sería una posición que conduce a una cambio cultural sobre las formas de relación con la organización social y con las formas de relación con los medios sociales, una recomposición de valores y prioridades, por ejemplo, el valor del dinero, o el valor del conocimiento, o el valor de la cultura ( en este caso lo que llamamos “cultura” sería reemplazado por “intercultura”) que cambiaría radicalmente como concepto por tratarse de la afirmación de una realidad diferente ya de por sí, porque “cultura” implica un “nos” y es limitante o restringida porque restringe a los “otros” de la “nos” -“cultura”, implica que hay “otras culturas” excluidas de la nuestra y que esas otras culturas también excluyen a la nuestra a su vez. En cambio “intercultura” implica “nos” + “otros” o sea que no es limitante ni restringida porque implica que ese “otros” se ha integrado de una manera al “nos” a través del “inter”, de este modo “intercultura” es más amplio que “cultura” y las restricciones o límites entre “nos” y “otros” parecen desaparecer, esto significa un cambio de paradigma, asumido desde la perspectiva global, holística o universal, ya que sólo de esta manera podría entenderse la interculturalidad. Por ejemplo, de alguna manera significaría en la práctica diaria que dejen de haber pasaportes, visas, aduanas, fronteras políticas entre los países y todas esas restricciones. Por eso los mecanismos interculturales propuestos deben ser tratados con cuidado y delicadeza porque significan conocimiento efectivo sobre la realidad social, deben ser aplicados con dirección y planificación desde una perspectiva social y cultural.
Ese es el problema de la interculturalidad: o es para todos o no es[1], porque los logros que pueda conseguir la interculturalidad en determinadas zonas entre determinadas poblaciones son apreciados, requeridos, anhelados, solicitados y reclamados por otras poblaciones, es por eso que la interculturalidad como actitud y como propuesta tiene ese doble carácter: es o no puede ser, ya que la interculturalidad ha demostrado su efectividad como herramienta de trabajo en la solución de asuntos inter-étnicos por ejemplo. Sin embargo querer proponer la interculturalidad como una actitudsignifica la búsqueda de un peldaño más arriba o más abajo, es decir, es un paso hacia delante en los temas interculturales porque muchas personas podrían fácilmente entenderlo como una “filosofía de vida” o hasta incluso como una “religión pragmática de la vida”, depende del público, otros podrían adoptar la actitud intercultural como una nueva manera de ver la vida, interpretarla como lo vieron los hippies, o como lo ven tantas religiones o sectas trascendentalistas, podría asumirse de distintas maneras, incluso los intelectuales, artistas, científicos tendrían una manera de asumir la actitud intercultural, y así. Porque proponer una actitud intercultural implica de todas formas el intercambio con las otras personas y por lo tanto el intercambio de ideas “interculturales” y de una praxis “intercultural” por lo tanto estaríamos hablando de una propagación de una ideología intercultural que es hacia donde apunta la pregunta. Es por eso que la interculturalidad como actitud ya escapa de los estudios y de la esfera del conocimiento para trastocarse en ideología y praxis, como lo fueron ideologías como el cristianismo en sus inicios o como lo fue el comunismo en Europa en los s. XIX y XX.
La interculturalidad contra los virus: El campo de la antropología
Proponer mecanismos para construir una actitud intercultural es como querer contar con elementos para construir una ideología intercultural ya que conduce necesariamente a una praxis que podría resultar positiva o negativa incluso para la interculturalidad misma según el contexto en que se aplique por más buenas intenciones que se tengan. A nadie se le ocurriría proponer una actitud intercultural en zonas de conflicto porque podría ser peligroso para los bien intencionados, pero de eso precisamente se trata. Según Foster y Bastide la antropología estuvo al servicio de la guerra durante el s. XX, la interculturalidad no podría usarse con esos fines, o tal vez sí, si eso implica el exterminio de una de la partes en conflicto (en el caso de estar combatiendo contra no seres humanos, contra virus, bacterias, organismos biocibernéticos o contra clones, extraterrestres o algo parecido).
Las zonas o ciudades con características cosmopolitas son espacios propicios para proponer y aplicar propuestas que busquen actitudes interculturales por la variedad de culturas, etnias, y nacionalidades en contacto simultáneo.[2] Los aeropuertos, hoteles, zonas turísticas, conferencias y congresos internacionales, etc., son sitios precisos para proponer y estudiar actitudes interculturales.
Una propuesta particular desde mi propia perspectiva consistiría en tratar de aprender distintos idiomas, al menos aquellos idiomas con los que uno supone se va encontrar más seguido, esto es, manejar cada cual una cantidad de por lo menos 4 o 5 idiomas como mínimo. Esto produciría una mayor capacidad de interpretación y una ampliación del sentido perceptivo de la realidad propia y ajena.
Ahora, la interculturalidad debe ser siempre dirigida y retratada en el universo cultural y social. Hemos visto como la filosofía, la lingüística, el arte, la semiótica, etc., han contribuido ha construir herramientas de interculturalidad y se han valido a la vez de estas otras propuestas interculturales. Sin embargo la interculturalidad no ha pasado de ser una corriente intelectual, seudo científica sin ordenamiento. Existe una manipulación del concepto de interculturalidad, sirve, pero a la vez no hay un consenso, un acuerdo. Realmente no existe un ordenamiento epistemológico de lo que es interculturalidad. Esto es consecuencia de la especialización exacerbada de la ciencia y de los cambios científicos de los últimos cien años. Ya Foster había tratado el tema de la antropología como una disciplina que trabaja con los conceptos. Si bien la antropología se encuentra en una posición (como tantas otras disciplinas) de no tener definición de su campo de acción, entrando en el campo de otras ciencias y sintiéndose invadida a la vez en su campo de acción propio por otras disciplinas, la antropología tendría como alternativa prospectiva la tarea de ocuparse de la interculturalidad como tema particular de estudio en lo que respecta a su ordenamiento, clasificación, orden epistemológico, posición, lugar y dirección como instrumento regulador de las relaciones culturales y sociales. El aspecto gnoseológico de la interculturalidad es trabajo de la filosofía pero lo que respecta a su ordenamiento y aplicación es tarea de la antropología por las razones que hemos dado, por tratarse la interculturalidad de una herramienta que regula las relaciones culturales y sociales. Significa que la antropología adquiere otra significación, en realidad tal vez sólo se encuentra con lo que quizá fue su objetivo primario casi sin saberlo, remontándonos a Herodoto, Aristóteles, las misiones evangelizadoras y tantos otros intentos por comprender al “otro”, la antropología se encuentra con un instrumento o un objeto propio de estudio, que no significa que sea excluyente de la alternativa interdisciplinaria, sólo quiere decir que con el advenimiento de la interculturalidad la antropología adquiere otro nivel por sobre otras disciplinas más técnicas o aplicativas como la sociología, la lingüística, las ciencias de la comunicación, etc., la interculturalidad le da otra trascendencia a la antropología, cierta jerarquía, de otra manera, la interculturalidad quedará suspendida sin ordenamiento.
El caso del turismo,
es un ejemplo apropiado para trata de entender actitudes interculturales,
porque se basa en relaciones entre “nos” y “otros”, traducidos en las relaciones:
local/visitante, nacional/extranjero, nativo/foráneo, “negro”/”blanco”,
peruano/”chileno”, etc. Estas relaciones si bien están contextualizadas por el
mercado, las relaciones económicas y prejuicios, las actitudes y la intención de llegar a un acuerdo o
simplemente la voluntad de comunicación
entre las partes ofrece la oportunidad de observar posibles actitudes
interculturales.
[1] El tema de las relaciones horizontales y verticales, dependencia o interdependencia, jerarquías o igualdad, etc.
[2] En el caso de las comunidades amazónicas, se trata de identificar cualidades particulares que compartan elementos característicos con otros contextos –urbanos-. Para el caso especifico de las comunidades machiguengas del bajo Urubamba, las relaciones (inter) culturales que implican relaciones sociales, interrelaciones económicas y relaciones políticas conservan y evidencian elementos o puntos comunes de cualidades características que se reproducen por efecto/como consecuencia/ de la (inter) acción de distintas esferas/campos/prácticas/actores/ideologías/intereses/ que aparecen/se presentan/suceden/ se anticipan/se expresan/(inter)actúan en forma similar a sus correspondientes análogos (la analogía es desde el punto de vista geográfico, social, político, es decir las diferencias entre los actuantes/actores/participantes/individuos/personas/animadores/. Lo similar/la igualdad/lo común/ se da en lo netamente cultural: en lo “intercultural”: idioma, valores, simbolismo, religión, etc. para el caso del bajo Urubamba, existen dos tipos de relaciones (inter) culturales que se acercan en cuanto cualidad cultural en común: una es una interrelación económica pero también lo es social (en cuanto a campo de acción/clase social/ nacionalidad/ y lo es cultural en cuanto lengua/etnia/religión: se trata de la actividad turística. La otra es una relación donde prima lo social, pero en cuanto coyunturalmente los actores/participantes/animadores/ que intervienen se (inter) relacionan (inter) culturalmente: es el caso de las relaciones políticas en lo étnico-interétnico y supraétnico, a la vez que a nivel de las comunidades: la política.
*JULIO HERRERA: Periodista, escritor y antropólogo egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima-Perú. Es director de Portada Hispana.