POR ANTHONY NARVAEZ ALVIS

RED ODM DE PERÚ

En estos últimos meses, se ha experimentado una de las mayores amenazas en nuestra vida, sobre todo en la educación global. A fines de marzo del presente año, las estadísticas nos han informado, que en múltiples países millones de niños y jóvenes no han asistido a la escuela debido a la pandemia (COVID-19). Tener en cuenta que antes de dicha situación, ya se visualizaba un panorama de crisis en el aprendizaje, muchos estudiantes aun cuando asistían a sus centros educativos, no estaban adquiriendo las habilidades fundamentales para la vida.

En el espacio que me desempeño como estudiante, trabajador, activista, y al viajar por diversas zonas del país, una de las problemáticas más comunes que he visualizado ha sido la dificultad de acceso a la educación por diversos factores, entre ellos, la pobreza, comunidades alejadas de la capital, falta de tecnología, así como también, la falta de infraestructura en los centros educativos para aquellos estudiantes que sufren alguna discapacidad física motora.

La educación peruana prevalece por su desigualdad, hecho realmente preocupante. Por ejemplo, si realizamos una comparación entre la educación pública de las zonas rurales y las zonas urbanas, encontraremos un abismo social. Primero, la cantidad de horas no es igualitaria ya que, en la zona rural, los estudiantes tienen menos horas de clase al año en comparación a los de la zona urbana, esto se debe al desinterés de los dirigentes de las instituciones, pues muchas veces las supervisiones, sobre el plan de estudio y su eficacia, son escasas debido el factor de la distancia. Si nos centramos en la calidad de la educación, pues siendo totalmente críticos, no se prioriza mucho lo que se enseña (contenido) ni mucho menos quién enseña (valores y calidad del profesional), hay docentes que solo improvisan (Corrupción), pero este último paréntesis en un punto aparte.

La dificultad de acceso a las tecnologías es un problema que el covid-19 ha venido exhibiendo a gran escala, en las noticias nos han mostrado que cientos de niños suben a las alturas de los cerros solo para captar señales de radio, por varias razones mucho de ellos no tienen acceso a internet. Se tuvo un caso particular en Andabamba – Huancavelica, en la que el alcalde usó de manera ilegal señales de radio y tv para que los niños de su comunidad tengan acceso a los programas de “Aprendo en casa” (programa educativo promovido por el gobierno), indicó a su vez que se vio orillado a tomar este accionar debido a la falta de respuesta del Ministerio de Transportes y comunicaciones. Estos ejemplos nos muestran que dicha problemática va al compás con el accionar de los gobiernos de turno.

Mientras escribo estas líneas el estado peruano ya levantó hace unos días el aislamiento social y solo la mantiene en algunos departamentos del país, los niños aún permanecen en casa, este año no asistirán a las escuelas, y la suspensión es también para academias, institutos y universidades. Los mensajes a la nación nos dicen claramente que la educación no será presencial hasta que podamos tener alguna vacuna, pero nuestro país nunca estuvo preparado para una educación a distancia. Recién estábamos en este proceso de cambio, las regulaciones aún estaban inconclusas, a decenas de instituciones educativas se les venía denegando la licencia de funcionamiento cuya evaluación estaba a cargo de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) quien no solo dio a conocer grandes deficiencias educativas sino también escándalos de corrupción.

Hace unas semanas nuestro congreso pasó un pre-dictamen para crear una segunda instancia sobre SUNEDU, en la que la principal lectura era que se quería traer abajo todo lo que esta institución venía logrando y hacer retroceder los avances probablemente a cambio de ciertos beneficios con el simple afán de generar intereses particulares a costa de la calidad educativa de miles de peruanos. Las disputas se dan hasta ahora, personajes populistas sacando leyes del sombrero, pero dentro de todo este juego de poderes, la educación es las más perjudicada. Actualmente, el panorama es incierto, la pandemia frenó en parte el avance de formalización e instauración de estándares básicos de calidad educativa. La pobreza, corrupción y a esto sumado el covid19, está siendo un golpe muy duro para la educación peruana que de por sí ya venía siendo bastante frágil. A la fecha venimos intentando reparar lo que no se hizo por años, capacitaciones, infraestructura, déficit tecnológico para el acceso a la educación a distancia y de aplicación de cursos on-line, etc., esto nos muestra la precariedad del sistema educativo en nuestro país.

Es en estos momentos, nos toca estar más unidos y trabajar en conjunto para poder resurgir, ciertos sectores del Gobierno vienen trabajando para la mejora de esta problemática, a su vez se observan que muchas personas públicas, y también desde el anonimato se vienen sumando para cooperar ante la situación por la que se atraviesa, difícil, titánica, pero no imposible. Talleres barriales, educación entre mismas comunidades, profesionales que brindan sus conocimientos de manera gratuita ,son esos héroes que no ves en las noticias, aquellos que desde su posición marcan la diferencia, una luz de esperanza para miles de personas entre tanto caos.
El futuro para la educación peruana es bastante incierto, la lucha contra la corrupción y los esfuerzos por una verdadera reforma educativa post pandemia marcarán la diferencia, nos queda un trabajo arduo para dejar un mejor legado a las generaciones venideras.

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