LA MITAD DE LOS COMEDORES POPULARES QUEBRÓ CON LA PRIMERA OLA DE LA PANDEMIA

POR PORTADA HISPANA

PORTADA HISPANA conversó con Víctor Vásquez Villanueva Director Ejecutivo de la Asociación Peruana de Granos y Cereales APEGRACE.

¿El Perú es un país que puede autoabastecerse de alimentos?

No, ya no lo es. En un momento lo fuimos, pero nos rompieron los hábitos de consumo de producción nacional de alimentos. Hoy consumimos más alimentos importados que nacionales. En caso de una guerra o emergencia global – con la pandemia estamos viendo que esta realidad no está lejana – el Perú no será capaz de abastecerse de alimentos por sí mismo debido a que todos los productos que consumimos como arroz, fideos, harina, y hasta la papa, son importados. Eso es debido a una falta de política agraria. Durante esta pandemia no se ha sabido aprovechar la oportunidad: todos los sectores se han derrumbado, menos la agricultura.

¿Cómo y por qué implementar una política agraria?

El Estado invierte S/. 1300 millones de soles en programas alimentarios favoreciendo la importación. Bajo el sambenito de la inocuidad contribuyen a distorsionar la canasta alimenticia de las localidades de las regiones del Perú con productos importados, con esta política no hay cabida para la producción de la pequeña agricultura campesina.

Los “pequeños” empresarios agroindustriales sólo son ensambladores de productos importados, sólo envasan y distribuyen sin garantizar los estándares de inocuidad, excluyendo así a los pequeños productores agrarios.

Estos productos importados llegan a la canasta familiar de los rincones del Perú a través del mercado, o a través de programas sociales como Qaliwarma que distribuye a los niños en las escuelas desayunos y almuerzos en base a estos productos importados: queso, leche, mantequilla, galletas, atún, fideos, aceite. Todos estos productos son comprados por Qaliwarma con dinero del Estado. Asimismo, a S/. 400 millones de soles asciende el presupuesto destinado a municipios y gobiernos locales para los Comedores Populares, para la adquisición de menestras, arroz, fideos, todo importado. Sólo en arroz, el sobreprecio asciende a S/. 60 millones de soles al año, lo que en el mercado se vende a S/. 2.70 el kilo, para los comedores populares los gobiernos locales lo adquieren a S/. 3.50 soles. Así, con estos programas sociales sostenidos por el Estado sólo se enriquecen loa molineros y los importadores de arroz, con el pretexto de garantía de un producto inocuo, pero los niños peruanos comen arroz importado de mala calidad y escasamente nutritivo.

¿Entonces en los programas alimenticios también encontramos el mismo problema de la corrupción que en otros sectores?

El Estado gasta S/. 1300 millones al año en programas alimenticios cuando lo que se debe hacer es un rediseño total en la organización de los mismos que permita privilegiar y alentar las canastas de productos regionales de consumo para incorporar a la cadena económica y al abastecimiento a los productores organizados. Será la mejor forma de inyectar dinamismo y vitalidad al campo y al pequeño agricultor, con la capacidad de alcanzar una producción por encima de los S/. 1500 millones de soles, muy lejos de los S/. 100 o S/. 200 millones que el Estado destina al pequeño agricultor.

Lo que tenemos es que los programas alimenticios financiados por el Estado son un modelo de corrupción. La corrupción en los programas alimenticios perjudica a los más pobres. Es algo injusto porque realmente no hay una verdadera alimentación. No hay programas de ayuda alimentaria a las poblaciones vulnerables. Sólo en el caso de los comedores populares en los últimos años estos han reducido su número en un 50%  desde los años de la década de 1990, de 14 mil a 7 500. Durante la pandemia – cuando más se necesitan – han cerrado casi la mitad de los que venían funcionando. Hoy en día, en enero del 2021, en medio de la segunda ola de la pandemia sólo están atendiendo  4 mil comedores populares. El campesino trabaja el doble para adquirir productos importados. Nuestra cultura alimenticia está basada en la importación de alimentos que no se producen en el Perú y en la corrupción. El 98% del trigo que se consume en el Perú es importado. El pollo que se produce en el Perú es alimentado con maíz amarillo que en su 80% es importado.

Víctor Vásquez Villanueva Director Ejecutivo de la Asociación Peruana de Granos y Cereales APEGRACE

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