Cesar Ortiz Anderson

Presidente de Aprosec

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Con un repunte sostenido en las encuestas electorales durante los dos últimos meses, la candidatura de Yhonny Lescano se presenta en el primer lugar de las preferencias electorales a veinte días aproximadamente del día del sufragio. Sin embargo, desde el riguroso análisis político, esta tendencia no resulta ser una sorpresa. La preferencia del electorado por el candidato de Acción Popular era un hecho previsible desde antes de la inscripción de las planchas presidenciales en el JNE que tiene que ver con el contexto político que enfrenta el Perú y con la vigencia actual de AP como partido político.

La pregunta es: ¿Se equivoca nuestro electorado cuando se inclina por el candidato de AP? ¿Por qué sería AP una opción seria y sensata de acuerdo a la gravedad de la crisis social-política-económica que vive el Perú en este año precisamente en el que  celebramos el Bicentenario?

En primer lugar AP actualmente no está comprometido con los grandes escándalos de corrupción a diferencia de otros partidos que sí han caído en los “megacasos” abiertos en los últimos 10 años. Desde Fuerza Popular, pasando por Perú Posible, el APRA, el Partido Nacionalista, Peruanos por el Kambio, por mencionar algunos de los más importantes, se encuentran seriamente comprometidos con acusaciones fiscales e investigaciones penales. Los casos comprometen a  Expresidentes de la República, exministros, gobernadores regionales, alcaldes, congresistas, funcionarios, etc. Los cargos son varios: peculado, malversación de fondos, lavado de activos, colusión agravada, negociación incompatible, tráfico de influencia, entre otros. Estos juicios en los que los principales líderes políticos del país son objeto de cuestionamiento por parte de la opinión pública ha restado credibilidad, legitimidad y vigencia a estos partidos políticos. AP no está pasando por esa situación.

Del mismo modo, AP es un partido organizado a nivel nacional, con bases en todas las provincias del Perú y con cuadros organizados como tan solo el APRA y algún otro partido lo podrían estar. La improvisación y proliferación de nuevas alianzas, movimientos y seudo partidos políticos que tan sólo son “recicladoras” de los mismos políticos que van cambiando de una organización a otra con cada elección, también ha restado legitimidad a la política en general. Tal es el caso de seudo partidos que no cuentan con bases permanentes a nivel nacional ni con cuadros formados políticamente, entre los que podemos mencionar dentro de los que se presentan al actual proceso electoral a APP liderado por César Acuña, Victoria Nacional de George Forsyth, entre otros como el Partido Morado, Democracia Directa, etc. etc., partidos en los que no haber una formación política generacional de sus cuadros optan por el “amiguismo” a la hora de armar sus equipos de trabajo. En este contexto, AP es el ejemplo contrario y esto quedó en evidencia durante las elecciones internas que definieron la plancha presidencial que ese partido presentará en la primera vuelta.

En efecto, AP se caracteriza por tener varios líderes vigentes cada uno con las mismas opciones de postular por su partido a la Máxima Magistratura  -y con la misma opción a ganar las elecciones-, líderes políticos que recientemente  han competido democráticamente en reñidas elecciones internas que dieron como ganadora a la plancha liderada por Yhonny Lescano. Ningún otro partido actualmente puede afirmar que cuenta con cuatro o cinco líderes con las mismas posibilidades de ganar las elecciones.  

Pero no olvidemos que la crisis que vive el Perú no la debemos únicamente a la pandemia del coronavirus. La crisis que ya lo hace ingobernable se arrastra  desde los años 90s. El caso Lava Jato sólo expuso judicialmente una realidad que en la práctica ya era conocida e incluso pasaba a ser parte de la cultura popular. La pandemia nada tuvo ver con la vacancia de Vizcarra ni con la caída de Merino -un accidente político- y el posterior nombramiento de Sagasti como el tercer presidente del Perú en menos de 10 días. Ese era un proceso político -mico ciclo- que se inició con la renuncia de PPK. Pero estamos en otro ciclo mayor: Lava Jato. Y a la vez asistimos al fin de un ciclo de 30 años, el desmoronamiento de la estructura que impusieron Fujimori y Montesinos. Transversalmente aparece la pandemia. Se trata de uno de los peores momentos de la Historia del Perú desde la Guerra con Chile. Justo en el año del Bicentenario.

Es estos momentos de profunda conmoción social en los que AP se presenta como una solución políticamente viable a esta crisis. No es coincidencia que AP ha gobernado el país en 3 momentos de cambio transformación de la reciente historia del país.

El primer gobierno de AP tuvo lugar en 1963, en un momento de fragmentación y enfrentamiento político que estaba llevando al país a la anarquía debido al desacuerdo entre las Fuerzas Armadas, los sectores conservadores y oligárquicos, la posición reformista modernizante del país y la Iglesia Católica. En estos años el Perú se había tornado ingobernable y políticamente inviable ante las pugnas entre militares, el APRA, los odríistas y Acción Popular.

En 1980, el segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry lideró la transición del Perú hacia la democracia luego de dos dictaduras consecutivas y políticamente opuestas. Del mismo modo, el año 2001, Valentín Paniagua Corazao presidió la transición a la democracia luego de diez años de dictadura fujimorista.

En ambos casos, tanto  Fernando Belaunde como Valentín Paniagua, son dignos de destacar porque se trata de los dos únicos Expresidentes del Perú a los que no se les puede acusar ni levantar ningún cargo por corrupción o abuso del poder.

Regresando al contexto actual, la opción de  Lescano puede ser considerada como la más sensata desde el punto de vista de la gobernabilidad y la predictibilidad política del Perú. Muchos de los otros candidatos, casi todos en su totalidad, tienen cuentas pendientes con la justicia o están atravesando en este mismo momento por procesos penales que en caso de un eventual gobierno, podrían significar la inestabilidad del Perú. El candidato Lescano no presenta -a diferencia de otros- cuentas pendientes con la justicia.

Finalmente, hay que señalar que en estos momentos de crisis necesita que el Presidente y el partido que lleguen al poder tengan una solvencia tanto ética como moral y así mismo se trate de un partido que tenga una organización  con presencia de bases distritales en todo el Perú, cosa que no sucede con los partidos improvisados en donde todo se decide con “amigocracia” en vez “meritocracia” o liderazgo.

Nunca el País estuvo ante unas elecciones tan atípicas, con mucha desinformación, con casi un 40% de votantes que a la fecha no saben por quién votar, donde se prevé una abstención importante. Ante esa realidad cuanto más hagamos pública el porqué de nuestra decisión ayudaremos a meditar mejor el voto de miles de personas.

CESAR ORTIZ ANDERSON PRESIDENTE DE APROSEC

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