Escribe: Dra. Angélica Sayán Vidaurre López (*)

El Nuevo Orden Nacional, no es la dictadura de una clase social contra la otra. El Estado moderno debería de ser, de cooperación, colaboración y bienestar incesante de todos los intereses y necesidades, de los ciudadanos de la Patria; en forma solidaria, organizada y asentada en la justicia y el derecho, que permita el progreso y el respeto a las libertades humanas, para crear riqueza con justicia social.

A nadie puede dejar de interesarle en esta hora, la agresión permanente contra la dignidad de las personas, una realidad en este momento de la historia, en donde asistimos a una honda crisis de valores sociales, morales, políticos y económicos.

Presidimos la bancarrota del orden, de la libertad, de la tranquilidad, de los hombres, de la moral. Bancarrota de las doctrinas y las conciencias. Un espíritu de rebelión enciende el alma de los pueblos, la revolución social es la idea que germina, poniéndola por consiguiente una lucha de clases que pone en peligro la misma civilización y las bases fundamentales del orden social; el materialismo que nos invade y que ha hecho de la utilidad la ética de nuestro siglo; y vemos, finalmente, los graves e inminentes peligros que se ciernen en el horizonte si no retornamos a los principios de justicia, de libertad, de paz, de solidaridad y de amor, que son la base de la cooperación y de la grandeza de las naciones.

En esta hora, es necesario una combinada acción social y verdaderamente democrática, para evitar la explotación de los débiles, para acabar con esta situación angustiosa del Mundo, para conseguir la armonía de todas las clases y su amigable cooperación, para defender y hacer que sean respetados los derechos fundamentales de la propiedad y de la familia, para infundir un soplo de espiritualidad en las almas, señalar las causas y remedios de nuestras enfermedades individuales, y acabar con la causa de estos trastornos sociales.

El proceso mental en los ciudadanos marginados, está provocando la necesidad imperativa de cambios
en los sistemas políticos, sociales y económicos. Los tres aspectos principales de los grandes cambios que a diario confrontamos son: el problema de detener el desarrollo de la destrucción, el de socializar y reorganizar la distribución política a causa del cambio de la escasez a la abundancia; y el problema de la organización financiera frente a las grandes necesidades básicas.

Es acaso difícil entender que el hombre que pensaba con libertad y sentía fervor patriótico ha sido desmoralizado. La honestidad y el carácter han dejado de ser virtudes para convertirse en amenaza pública; se vive en el mal con impunidad, ya no se puede practicar el bien impunemente. Esta es la realidad nefasta del día a día.

Hay tiempo todavía de evitar la devastación y sacar adelante a la Patria, las doctrinas disolventes, el terrorismo, las ideas exóticas, el nacionalismo agresivo y totalitarista, y alejar para siempre ese monstruo de pies brutales y cabeza vacía, que es la tiranía, el egoísmo, el abuso; que se acercan, pudiendo llegar pronto, si no nos organizamos para salir al encuentro de todas las contingencias.

No es posible que las lecciones no sean aprovechadas. Todos nos podemos comprender cuando dejamos hablar con sinceridad al espíritu. El país clama no por ideas extremas, sino por un sistema que, respetando la organización política, el Estado de derecho y la gobernabilidad en armonía con la realidad nacional; lo cual nos debe acercar al sistema de gobierno fundado en la igualdad, la equidad, la rectitud, la disciplina y la dignidad de las personas.

Por eso es importante, entender que, para toda negociación futura y renegociación, existen tres actores válidos, las Personas, fundamento supremo de una sociedad civilizada, el Estado y las Empresas. El régimen de una “ Verdadera Democracia” , es capaz de brindar en muy poco tiempo, el bienestar individual y familiar, mediante la competencia, la autoridad, la iniciativa personal y la acción creadora. La vida social encontrará los cauces jurídicos, el orden constitucional y el equilibrio de las instituciones políticas; que claman, ¡gritan! Por un sistema moderno, por un orden mora que polarice sus actividades creadoras y permita la reconciliación y la paz nacional.

(*) Abogada y MBA – Master de Administración de Empresas por la Universidad Carlos III de Madrid – España, candidata al DECANATO del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, ex candidata a la Defensoría del Pueblo. Dirige el Estudio Jurídico Sayán Vidaurre.

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