JULIO HERRERA 
DIRECTOR DE PORTADA HISPANA

Con la crisis e inestabilidad política que atraviesa el país desde el destape del caso “Lava Jato” y sus posteriores consecuencias para la gobernabilidad, como la polarización ideológica que ha tenido lugar durante las elecciones presidenciales del 2021 y la crisis de legitimidad de las instituciones democráticas que en este caso alcanza también al JNE, la ONPE y la RENIEC, se está cerrando un ciclo en la reciente historia de la República que se abre a fines de los 80 e inicios de los 90 como consecuencia del desenlace de la Guerra Fría entre EE.UU. y las URSS  y enfrentamiento por el poder en el Perú, llamado “conflicto interno”.

Este ciclo de nuestra reciente Historia, que parece estar llegando a su fin con la celebración del Bicentenario, aunque la crisis, los juicios y la polarización política vayan a continuar durante algunos años más, se inicia con el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992.

Nuestra hipótesis considera que el régimen seudo democrático-dictatorial de Alberto Fujimori (1990-2000) fue la versión peruana del Fin de la Guerra Fría entre el capitalismo de EE.UU. y el comunismo de la URSS, cuando todavía no se vislumbraba el veloz ascenso de la economía de China. Políticamente, el gobierno de Alberto Fujimori  capitalizó el activo real y simbólico que arrastraba la derrota a nivel internacional de la ideología y la teoría comunistas con la caída del Muro de Berlín y la caída de la URSS, y la unipolarización del mundo en manos de EE.UU., el capitalismo y la política económica del neoliberalismo, tal como lo refleja la Constitución Política de 1993.

Por lo tanto, nuestra hipótesis también considera que la polarización política e ideológica del Perú entre el capitalismo y el comunismo, iniciada en las primeras décadas del siglo XX con la fundación del PCP, se acentuó en el contexto de la Guerra Fría llegando a alcanzar una máxima intensidad en grados de violencia, pérdidas materiales y víctimas humanas durante la década de los 80 y que ha ido disminuyendo lentamente desde los 90 pero que aún continúa vigente en todas sus formas como se ha producido durante el proceso electoral del 2021.

Tras su victoria sobre la URSS, los EE.UU consiguieron tener un dominio unipolar del mundo, sin otra gran potencia que le haga equilibrio en el juego del poder global. Hacia los inicios de los 90 el poder económico actual de China aun no era patente. De este modo, EE.UU. impuso su modelo económico en el mundo al mismo tiempo que se producía la globalización a través de la tecnología informática. Este es el contexto en el que se produce el autogolpe del 5 de abril de 1992 y el cierre del Congreso por Alberto Fujimori, momento en el que se inicia este ciclo de aproximadamente 30 años que estaría resolviéndose con el Bicentenario.

Para la historia de la política peruana, este ciclo 1990-2021, se caracteriza por las consecuencias, positivas y negativas, del gobierno de Alberto Fujimori. Si bien el Fin de la Guerra Fría entre los EE.UU. y la URSS benefició políticamente al régimen de Alberto Fujimori como autor y artífice de la victoria del Estado sobre las organizaciones terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA, la imagen de Alberto Fujimori y el “fujimorismo” como fuerza política han sumado muchos anticuerpos desde el fin de su gobierno en el año 2000, conforme se ha ideo debilitando la institucionalidad democrática en el Perú.

En paralelo histórico al debilitamiento del “fujimorismo” como fuerza política en el Perú, en el contexto mundial se evidencia un debilitamiento de la hegemonía unipolar de los EE.UU. ante el crecimiento económico de China: La pregunta en cuestión es ¿Seguirá siendo el Perú el reflejo de la polarización de la política mundial tal como lo fue de la Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS, esta vez de la competencia entre EE.UU. y China?

(*) JULIO HERRERA. Periodista, escritor y antropólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

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