Mg Julio De Olarte Fernández

Comunicador para el Desarrollo

Las elecciones presidenciales peruanas del 2021 serán recordadas por la gran polarización y crispación de la población. Han pasado 15 días y aún no se dilucida quién será el próximo presidente de la República del Perú.

Las plausibles irregularidades de este proceso se han  evidenciado en la percepción de casi la mitad del electorado peruano. Según la última encuesta de Datum , emitida el pasado 21 de junio, concluye que cerca del 65% de los encuestados cree que existen indicios de fraude electoral, contribuyendo a exacerbar más el ambiente de encono entre los peruanos, ya divididos históricamente.

Es difícil pronosticar el final de este polémico episodio, sin embargo, puede entenderse que el caso peruano es muy particular. El ex presidente Martín Vizcarra contribuyó a demoler la débil y precaria institucionalidad peruana al disolver el congreso democráticamente elegido el 2016  y copar el Poder Judicial , Fiscalía , Jurado Nacional de Elecciones (JNE) , principales medios de comunicación y otras instituciones con miembros afines a él, lo que  inexorablemente conlleva a inclinar la balanza para que el gobierno de turno apoye tácitamente a Pedro Castillo , candidato presidencial de Perú Libre (PL), partido fundado y dirigido por el inefable Vladimir Cerrón, ex presidente regional de la región Junín, acusado y sentenciado por graves actos de corrupción y mala gestión pública.  Martín Vizcarra (se recomienda leer los libros de los periodistas Martín Riepl “Vizcarra, una breve historia de lealtad y traición” y de Carlos Paredes “ El perfil del lagarto”)  ha contribuido de una u otra manera a enlodar indirectamente este último proceso electoral , lo cual ha favorecido indiscutiblemente al candidato Pedro Castillo ( Perú Libre)

Existen factores endógenos y exógenos que han atizado esta  actual  polarización en la cual estamos inmersos. Los endógenos son nuestro derrotero histórico cultural y geográfico, la cual configura una clara oposición entre el norte vs el sur peruano. Históricamente siempre han existido enfrentamientos entre señoríos y regiones, los cuales datan desde la época prehispánica ( cañaris, Chachapoyas, tallanes, capullanas, en el norte peruano, wankas en el centro enfrentados con los quechuas incas y ello puede extrapolarse hasta el actual contexto histórico social). La izquierda peruana  ha canalizado las justas demandas de un gran número de compatriotas, sobretodo de la región sur del   Perú para ideologizar y canalizar sus demandas contra el actual sistema político económico en el cual estamos adscritos. Entre los factores exógenos destaca la pandemia del covid 19 la cual empezó a nivel mundial  a fines de febrero del 2020 y que ha evidenciado la grave crisis sanitaria y económica como consecuencia de ello. El Estado no ha podido minimizar los impactos negativos de esta crisis y por ello casi la mitad de nuestra población ha realizado un voto de protesta ante esta situación. No puede pasarse por alto al papel preponderante que han tenido los principales medios de comunicación ante esta crisis, ya que no han informado imparcialmente en los últimos años. Varios de estos, ocultaron escándalos de corrupción de los pasados gobiernos y denunciaron actos delincuenciales de un solo partido, pero no de los otros, como los grandes escándalos de dilapidación y mala gestión de recursos públicos de los gobiernos regionales, la mayoría de izquierda. La polarización, en consecuencia, continúa in crescendo y no se vislumbra una solución a corto plazo.

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