Mg Julio De Olarte Fernández
Comunicador para el Desarrollo – Docente Universitario


Se cumplen 20 años del pasado atentado del 11 de setiembre en las Torres Gemelas, lo cual cambió indefectiblemente la estructura social, económica y cultural en un mundo ya imbricado y globalizado.
En aquel ataque terrorista, acaecido en el 2001 el contexto histórico social era distinto al que actualmente estamos adscritos debido a que EEUU era una potencia unipolar y dirigida por radicales del Partido Republicano, quienes dirigieron una cruzada en contra de los fundamentalistas islámicos, autores de este ataque contra las Torres Gemelas, el Pentágono y la casa Blanca (la cual no se concretó), con la intención de magullar el
poderío militar y económico de la entonces superpotencia que era los Estados Unidos.
28 años antes, justamente un 11 de setiembre de 1973, la derecha chilena daba un golpe de Estado al gobierno izquierdista de Salvador Allende, iniciando con ello una de las dictaduras más prolongadas en la república de Chile, apoyada por Estados Unidos y que significó la apertura del neoliberalismo económico el cual reemplazaría las sistemáticas políticas proteccionistas en materia económica que tenían la gran mayoría de países sudamericanos. En ambos “11 de setiembre”, el de Chile y las Torres Gemelas, como se mencionó, ambas administraciones norteamericanas estaban dirigidas por republicanos
radicales.
Luego de estas dos décadas, el contexto histórico social es muy distinto, debido a que el mapa geopolítico ha cambiado, puesto que el otrora predominio unipolar de Estados Unidos ha decaído, más aún con el retiro de tropas de Irak y Afganistán, dejando a ambos países en conflictos intestinos endémicos. En este último retiro, Afganistán ha sido
tomada por fundamentalistas talibanes, agudizando mucho más los conflictos de esta Nación. Por otro lado, la República Popular China está in crescendo y consolidándose, más aún en estos tiempos de pandemia.
En el caso peruano, preocupa que el gobierno tenga serios indicios de políticas totalitarias y fundamentalistas debido a su probado vínculo con Sendero Luminoso y su facción política, el Movadef, Conare y afines. Es evidente en analogía con cualquier tipo de radicalismo, que la democracia es una quimera y las políticas totalitarias y extremistas son inherentes en estos tipos de gobierno. El panorama futuro para el Perú es incierto.

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