FORO DE PERIODISTAS*

De forma paradójica pero a la vez realista, el actual presidente Pedro Castillo viene siguiendo los mismos pasos que llevaron al fujimorismo al autogolpe del  5 de abril de 1992.

El constante ataque, menosprecio y subestimación del actual gobierno a la prensa, al periodismo, al Congreso y a la clase política son los mismos parámetros que utilizó el régimen de Alberto Fujimori en 1992 para justificar el cierre del Congreso, el autogolpe y la Asamblea Constituyente -Congreso Constituyente Democrático CCD- que promulgó la Constitución vigente en 1993, valiéndose de la estadística reflejada por las encuestas de opinión y en medio de una grave crisis económica, consiguiendo el respaldo de la popularidad a sus medidas.

Si no es el Premier es un ministro o un congresista quien manifiesta las intenciones anti democráticas del actual gobierno. En esta última oportunidad, y luego del secuestro de periodistas en Cajamarca, han sido las recientes declaraciones del Ministro de Justicia, quien recomienda al Presidente de la República cerrar el Congreso, y las posteriores declaraciones de Pedro Castillo quien reafirma la actitud del gobierno reiterando abiertamente su enfrentamiento con la libertad de expresión y el Poder Legislativo, utilizando el calificativo: “zánganos de la política”.

Son muchas las conclusiones y paralelos que pueden concluirse de esta hipótesis, sin embargo lo único cierto y evidente es que 30 años después del 5 de abril de 1992 la ciudadanía peruana sigue en la misma carencia  de cultura democrática que la llevó a aplaudir el autogolpe de Alberto Fujimori, prefiriendo “la mano dura”, “el golpe”, y la supresión de las libertades elementales. En este contexto, cerca al 28 de julio del 2022, al igual que hace 30 años, si es que Pedro Castillo da el autogolpe y cierra el Congreso convocando a una Asamblea Constituyente, la popularidad lo va a aplaudir y se verá subir su aprobación en las encuestas, siguiendo la misma fórmula de Alberto Fujimori en los años 90s.

Pero se puede seguir haciendo paralelismos como que:

a) Alberto Fujimori prevaleció como opción política a la derecha limeña, “pituca” y “miraflorina” del Fredemo.

b) El régimen de Alberto Fujimori compitió por la popularidad contra Mario Vargas Llosa, quien finalmente aceptó su derrota.

c) El régimen de Alberto Fujimori llegó al poder en 1990 sin el apoyo de la Iglesia Católica.

d) Al igual que en 1992, el gobierno y la prensa se encuentran desalineados políticamente, buscando un punto de inflexión que les regrese al equilibrio.

e) El contexto de polarización política, desgaste de la democracia y crisis económica es similar al de 1992, si añadimos las consecuencias dejadas por la pandemia del covid comparables a la destrucción ocasionada por Sendero Luminoso se amplía el panorama.

f) Culturalmente hablando Pedro Castillo, y Alberto Fujimori en su momento, representan a una población peruana «no criolla», tradicionalmente «no limeña» y de baja extracción social.

Lógicamente existen sustanciales diferencias históricas entre el fujimorismo de 1992 y el actual gobierno de Pedro Castillo,  pero estructuralmente estas diferencias son superficiales, subyaciendo la crisis social y la idiosincrasia de la ciudadanía peruana, que no ha cambiado en 30 años; y que por lo contrario, se ha reafirmado en su divisionismo, polarización, fraccionamiento, corrupción y crisis de identidad.

En conclusión, ante esta coyuntura nacional, 30 años después nuevamente estamos en un momento político en el que el cierre del Congreso, el autogolpe y “la mano dura” vuelven a ser opciones viables para el poder de turno frente a la gravedad de la crisis.

*POR JULIO HERRERA: Periodista, escritor y antropólogo egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Director del Foro de Periodistas.

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