Al cumplirse un año de la guerra entre Rusia y Ucrania, ¿cuánto se diferencia de lo vivido en el siglo XX con la primera y segunda guerra mundial?

Aunque la guerra entre Rusia y Ucrania supone, a la vuelta de su primer año, un enorme impacto económico para ambos países, bien centrados y con objetividad, lo primero que tendríamos que reconocer es que no se trata de una contienda bélica de alcance global o planetario, es decir, geopolíticamente el escenario y compromiso de guerra está delimitado únicamente a ambos países, y más aún, todos sabemos que si miramos con detenimiento los movimientos del combate, estos son exclusivamente en Ucrania, el Estado invadido. Y la segunda diferencia con las dos guerras mundiales del siglo XX es que en esta conflagración bélica bilateral, no hay aliados o bloques en combate como pasó con la Entente cordiale o la Triple Alianza o el Eje y los aliados. Finalmente, la guerra entre Rusia y Ucrania no ha producido un efecto compromisorio vinculante de los demás países de la comunidad internacional, es decir, ningún país se ha visto comprometido en participar. Nada de todo eso ha pasado.

Aunque pueda parecer una contradicción con la respuesta de la pregunta anterior, el impacto económico se ha sentido en gran parte del mundo dada la realidad económica internacional dominada por la interdependencia. Si no, basta mirar la escasez de urea y el aumento de los combustibles, que remecieron América Latina y la Unión Europea, por ejemplo.

¿Qué representan hoy en día Putin y Zelenski?

Aunque debería decirle que son como Goliat y David, en verdad cada uno está detrás pensando en su legitimación. Putin desesperado por conseguir una victoria militar a cualquier precio que le permita establecer condiciones de negociación diplomática para cambiar geopolíticamente a Ucrania en favor de una Rusia cada vez más ensanchada geográficamente y concentrado en las anexiones sistemáticas para venderle a su pueblo la grandeza rusa del pasado.

El internacionalista y experto en derecho internacional Miguel Ángel Rodríguez Mackay.

¿Podrá Rusia anexar territorios ucranianos como lo hizo antes con Crimea?

Jurídicamente está vetado hacerlo por el Derecho internacional y así lo fue con la anexión de la península de Crimea en 2014 considerada nula por las Naciones Unidas, y militarmente, dependerá del resultado final de la guerra. De hecho, el reconocimiento unilateral de las dos provincias separatistas ucranianas (Donetsk y Lugansk) como repúblicas independientes, apenas un día antes de la invasión del territorio ucraniano, era y es parte de ese plan de anexiones. Si resulta vencedor Rusia habrá conseguido seccionar el territorio ucraniano. Si terminan derrotados, la cabeza de Putin rodará como la de Mussolini al final de la Segunda Guerra Mundial.

En la guerra Rusia-Ucrania ¿Qué papel juega Estados Unidos y la Unión Europea?

Estados Unidos decidió no involucrarse militarmente en la guerra y eso fue acertado. Lo hizo en el marco de una política internacional de seguridad militar de Estado; si no, miremos el caso de su retiro de Afganistán después de 20 años, en 2021. Pero además, la Casa Blanca es consciente de que una colisión militar con Rusia, aunque tuviera resultados desastrosos por el propio acto bélico, agrietando a la paz mundial, sabe que podrían haber reacciones en cadena de aliados coyunturales de Moscú como China, Irán, Corea del Norte, etc., y seguramente también de los aliados de Washington, que ya conocemos, desatando allí sí, una tercera guerra mundial, y no exagero. EE.UU. sabe, entonces, que por su inmenso poder militar en el mundo, no debe tener participación directa en la guerra y porque además estará desatendiendo a China que sigue disparándose en su conquista económica del mundo por la más efectiva estrategia del siglo XXI, es decir, aquella que privilegia a la dualidad geopolítica y económica que se conoce como la franja y la ruta, hecha actualmente recordando el modelo de la Ruta de la Seda del pasado. Washington evitará cualquier pretexto para un enfrentamiento con China; si no, miremos cómo recién después de varios días y de escanear al globo chino sobre su espacio aéreo, decidió derribarlo, asegurándose de que no sea pretexto para encender chispazos que terminen en actos de guerra. En cuanto a la Unión Europea nunca la he visto más dependiente como ahora por el gas y el petróleo de los rusos. Los países de la UE saben que su dependencia natural es respecto de EE.UU. y deben meditar sus pasos. Hoy son cada vez más vulnerables.

¿Estados Unidos estará preocupado por el acercamiento de Rusia a China?

Sí, pero no creo por la dimensión militar, porque los dos juntos -Rusia y China- aún no son más que EE.UU. militarmente o, para ser más exactos, tecnológicamente, sino porque juntos podrían crear condiciones para que el nuevo orden mundial termine siendo asiático. Washington debe pensar en la India y empoderar más a Japón y Corea del Sur. Así se mueven las fichas del poder mundial que, debo recordar, no tiene moral, y no digo que sea inmoral, sino que por su naturaleza es esencialmente amoral.

¿Podríamos en un futuro repetir el escenario que nos llevó a la primera y segunda guerra mundial?

Nada es descartable desde el realismo político y que a mí me gusta trabajar más en mis clases, y se lo digo como profesor de geopolítica en el Alto Mando del Glorioso Ejército Peruano, donde en pocas semanas vamos a comenzar a profundizar desde la geopolítica lo que nos ha dejado la pandemia de la covid-19 y desde luego la guerra que estamos comentando, para el nuevo orden mundial. Negar las guerras o descartarlas no sólo es idealismo a la máxima potencia sino también irresponsabilidad. (Por Vladimir Rendón Acat)

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