Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay – Internacionalista

Lo sucedido en la ciudad de Desaguadero, región Puno, en que, insólitamente, los propios pobladores de esta hermosa parte altiplánica del país, fronteriza con Bolivia, impidieron que las tropas del Glorioso Ejército pudieran izar la Bandera Nacional, confirma que el Perú como Estado y nación está cada vez peor.

Se trata de un irrepetible episodio de auténtica vergüenza nacional que vuelve a debilitar a nuestras FF.AA. —pasó también cuando pobladores de Ilave lanzando insultos como ahora, obligaron a los soldados a cruzar el río, muriendo ahogados 6 de ellos—, que no debería ser pasado por alto por nuestras autoridades nacionales ni por los medios de comunicación que, por cierto, debieron dedicarle la máxima atención cambiando sus pautas para abordarlo in extenso apenas conocido.

La única desgraciada y penosa realidad es que nuestra peruanidad bicentenaria es de papel, habiendo sido construida irresponsablemente por nuestra clase política sin imaginario nacional y por este imperdonable gravísimo vacío nuestra identidad nacional se ha levantado sobre una pseudo montaña de valores cívicos propia de un castillo de naipes.

Aun cuando hemos dicho en reiteradas ocasiones que el Estado peruano destaca por su recurrente ausencia en los espacios periféricos o recónditos del país, solamente mirar por un video viralizado cómo los lugareños revelan una alta carga de injusto rechazo hacia los militares que pretendían izar nuestro símbolo nacional por antonomasia, pone al descubierto la irresponsabilidad de nuestra clase política de siempre que no le ha dado la gana de invertir en la educación y el nacionalismo que jamás hemos tenido.

Un pueblo bien formado en los grandes valores nacionales —no es el caso del Perú— sabe distinguir y jamás colisionaría con la bandera de la patria inscrita en su memoria colectiva. Sin una sólida conciencia nacional de pertenencia no seamos hipócritas en profesar la unidad nacional inexistente. Por eso el secesionismo, que nunca tuvimos, emerge amenazante. Los militares jamás debieron retirarse de la plaza y hacerlo sin izar la bandera ha sido un golpe muy grave a nuestra dignidad nacional ultrajada por los propios peruanos.

La autoridad política debe explicar al país el porqué de una actitud militar nunca vista. La recurrencia de la reciente afrenta nos pone cada vez más cerca del abismo.

Publicado en Expreso

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