Por Adela Pellegrino

Las características educativas y ocupacionales de los migrantes originarios de América Latina son heterogéneas: presentan diferencias según los países de origen, según los países de inserción así como también se han observado cambios en las diferentes etapas del período analizado.

En los movimientos intrarregionales predominan los trabajadores con menor calificación. Por una parte, los que se limitan a las zonas de frontera y que se insertan en actividades agrícolas en muchos casos de carácter transitorio o estacional; por otra parte, se encuentran los trabajadores que se dirigen a las ciudades y cumplen una función complementaria a la migración interna, en que las actividades vinculadas con la construcción predominan entre los hombres y el servicio doméstico entre las mujeres (y el comercio minorista, como estrategia de supervivencia).

En la década de 1970, la heterogeneidad en el panorama económico entre los países de la región, los efectos de la represión política en los países del sur, así como el aumento de las inversiones que se observó en los países productores de petróleo implicó que se observaran migraciones compuestas por profesionales y técnicos latinoamericanos así como de obreros industriales, que se dirigían a aquellos países latinoamericanos que mantenían políticas tendientes a captar inmigrantes o recibir refugiados políticos. En cuanto a la emigración hacia los Estados Unidos, se puede decir que los migrantes latinoamericanos tienen, en su conjunto, un nivel educativo promedio inferior al de la población nativa de ese país. Sin embargo, este promedio está determinado por el peso cuantitativo de la migración proveniente de México y América Central que tiene un perfil asimilable al de la migración fronteriza que señaláramos antes, en el que predominan los migrantes poco calificados y de bajo nivel educativo. La estructura ocupacional de los migrantes centroamericanos en los Estados Unidos demuestra una selectividad hacia los trabajadores menos calificados, no solamente si se la compara con la de la población nativa de los Estados Unidos sino también con respecto a las respectivas estructuras ocupacionales en los países de origen. Lo contrario sucede en el caso de otros países, fundamentalmente de América del Sur y del Caribe.

Saskia Sassen (1988) ha señalado que el perfil de los migrantes tiende a polarizarse en dos extremos: los altamente calificados, que se integran a los sectores de alta gerencia o a los medios académicos y de investigación y los migrantes que concentran sus actividades económicas en sectores de baja calificación. Puede afirmarse que, en grandes líneas, la migración asiática y africana en los Estados Unidos se ubica en su mayoría en los sectores de alta calificación, mientras que la migración «hispana» fundamentalmente en los estratos bajos de la estructura de la fuerza de trabajo. Sin embargo, esta afirmación debe ser matizada por dos tipos de observaciones. En primer lugar, el perfil de los latinoamericanos es heterogéneo y varía bastante en función de los países de origen. En segundo lugar, en muchos casos —aunque predominen los que cuentan con un nivel educativo menor y dado el volumen total de las corrientes— el número de emigrantes calificados es muy importante con respecto a las personas de nivel similar existentes los respectivos países de origen.

Entre los migrantes de los países de América del Sur se encuentran los niveles educativos más altos; la distancia física seguramente actúa como un factor de selección. Pero es necesario matizar el peso del factor distancia ya que las corrientes migratorias provenientes del Caribe anglófono y de Panamá se han destacado por un alto nivel educativo promedio y una participación elevada en los estratos altos de las ocupaciones, aun cuando la larga tradición de emigración hacia los Estados Unidos podría implicar la existencia de redes que facilitarían la incorporación masiva de inmigrantes.

En el gráfico se presenta la información sobre la proporción de personas con diploma de doctorado en la población nacida en países latinoamericanos y se compara con la población nativa de los Estados Unidos y el promedio de los extranjeros, donde se confirma la selectividad de la migración desde algunos países. El número de personas con título de doctorado es muy alto para las disponibilidades de recursos de alto nivel en la mayoría de los países. En el caso de México, si bien el peso porcentual de dicho grupo es menor dado el tamaño de la población mexicana en los Estados Unidos, en valores absolutos constituye el grupo más numeroso de doctores originario de un país latinoamericano, y seguramente es una fracción importante de las disponibilidades de formaciones equiparables en el país de origen.

La información posterior al censo de 1990 es aún limitada y solo es presentada para grandes regiones del subcontinente. De ella se desprende que el promedio del nivel educativo del conjunto de la migración latinoamericana y del Caribe a los Estados Unidos es inferior al de la población nativa de los Estados Unidos y también al total de la población extranjera residente en el país (Lollock, 2001). En ese promedio tiene un peso preponderante el predominio de las poblaciones provenientes de México y América Central, con un perfil asimilable al de las migraciones de corta distancia o fronterizas. Hay diferencias por regiones dentro del subcontinente y es posible que el análisis desagregado por países muestre tendencias similares a las observadas en el censo de 1990.

En un análisis del perfil ocupacional se aprecia que las transformaciones de los mercados de trabajo en las últimas décadas del siglo XX y la “desindustrialización” se hicieron presentes en el tipo de inserción en la actividad económica de los migrantes. La presencia de importantes contingentes de obreros industriales que caracterizó a las décadas de 1960 y 1970 disminuye, al tiempo que aumenta su inserción en los servicios sociales y personales; se destaca una representación importante en las actividades vinculadas con servicios de hoteles y restaurantes.

Adela Pellegrino. «La migración internacional en América Latina y el Caribe: Tendencias y perfiles de los migrantes». Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población – Banco Interamericano de Desarrollo (BID) – 2023

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