El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha implementado una serie de políticas arancelarias que han generado significativas repercusiones tanto a nivel nacional como internacional. Estas medidas, caracterizadas por su enfoque proteccionista, buscan, según el mandatario, fortalecer la economía estadounidense y abordar desafíos en las relaciones comerciales con diversos países. Estas políticas arancelarias han generado volatilidad en los mercados financieros globales. Economistas y líderes empresariales han expresado preocupación por las posibles repercusiones negativas en la economía mundial, advirtiendo sobre el riesgo de una recesión y el aumento de la inflación.Para conocer un poco más al respecto, brevemente revisemos en la Historia la evolución de los impuestos y aranceles en los Estados Unidos.
La historia de los impuestos en Estados Unidos es también la historia del desarrollo político, económico y social de la nación. Desde los días de la guerra de la Independencia contra la Corona británica hasta el complejo sistema fiscal moderno, los impuestos han sido un elemento clave en la construcción del Estado y en la relación entre el gobierno y sus ciudadanos.
Independencia y rechazo al impuesto imperial (siglo XVIII)
La propia independencia de Estados Unidos estuvo motivada en gran parte por el rechazo a los impuestos impuestos por Gran Bretaña. El famoso grito de “no taxation without representation” (no a los impuestos sin representación) se convirtió en un lema de la Revolución Americana.
Entre los impuestos más impopulares estuvieron:
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Stamp Act (1765): impuesto sobre documentos legales y publicaciones.
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Townshend Acts (1767): gravámenes sobre productos importados como el té.
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Tea Act (1773): desencadenó el Boston Tea Party.
La Constitución de 1787 dio al Congreso el poder de recaudar impuestos, pero con fuertes límites, evitando tributos directos desproporcionados o sin censo.
Siglo XIX: Aranceles y primeros impuestos federales
Durante el siglo XIX, los aranceles a la importación fueron la principal fuente de ingresos federales. Los impuestos internos eran escasos y poco populares. Sin embargo, la Guerra Civil (1861-1865) cambió el panorama:
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En 1861, el Congreso aprobó el primer impuesto sobre la renta federal para financiar la guerra.
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Se creó también la Oficina de Impuestos Internos, precursora del IRS.
Aunque el impuesto sobre la renta fue abolido en 1872, marcó un precedente.
Siglo XX: Nace el moderno impuesto sobre la renta
El cambio más importante ocurrió en 1913, con la Ratificación de la 16ª Enmienda, que permitió al gobierno federal recaudar impuestos sobre la renta sin tener que distribuirlos proporcionalmente entre los estados.
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Se creó el IRS (Internal Revenue Service).
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La recaudación de impuestos sobre la renta reemplazó gradualmente a los aranceles como fuente principal de ingresos.
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Durante las guerras mundiales, las tasas impositivas aumentaron drásticamente para financiar el esfuerzo bélico.
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En 1943, se introdujo la retención automática del impuesto sobre la renta directamente del salario del trabajador.
Reformas fiscales y crecimiento económico (décadas de 1950-1980)
En el periodo de posguerra, Estados Unidos vivió un auge económico acompañado de impuestos altos para los más ricos. Sin embargo, las reformas fiscales se convirtieron en un tema recurrente:
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En los años 60, el presidente John F. Kennedy propuso rebajas fiscales para estimular el crecimiento.
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En 1981, el presidente Ronald Reagan firmó una amplia reducción de impuestos y defendió la idea del «goteo económico» (trickle-down economics).
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Siglo XXI: Globalización, tecnología y nuevos desafíos fiscales
El nuevo siglo trajo consigo nuevos retos fiscales:
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2001 y 2003: George W. Bush redujo impuestos, especialmente a los ingresos altos y las ganancias de capital.
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2008: La crisis financiera exigió nuevos estímulos fiscales.
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2017: Donald Trump aprobó una importante reforma tributaria que redujo el impuesto corporativo del 35% al 21%.
Hoy, Estados Unidos enfrenta desafíos fiscales ligados a:
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La economía digital.
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Las grandes corporaciones tecnológicas (Google, Amazon, Meta).
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El déficit presupuestario y la deuda pública.
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La presión por hacer el sistema más justo, progresivo y sostenible.
Un sistema en constante evolución
El sistema fiscal estadounidense ha evolucionado desde una estructura arancelaria hacia un complejo sistema basado en impuestos sobre la renta y el consumo. Su historia refleja la tensión constante entre la necesidad de recaudar fondos para el bien común y el deseo de los ciudadanos de limitar el poder tributario del Estado.
A lo largo del tiempo, los impuestos en EE. UU. han sido motores de transformación, herramientas de guerra, palancas de desarrollo económico y causas de profundas divisiones políticas. Su historia continúa escribiéndose cada año en los debates fiscales del Congreso.
Las políticas arancelarias adoptadas por Donald Trump en su segundo mandato reflejan una estrategia proteccionista destinada a abordar desafíos en las relaciones comerciales y asuntos internos de Estados Unidos. Sin embargo, estas medidas han desencadenado reacciones mixtas, con apoyos y críticas tanto a nivel nacional como internacional, y han generado debates sobre su eficacia y posibles consecuencias en la economía global.