Cada 28 y 29 de julio, el Perú se detiene, se transforma y se emociona. Las Fiestas Patrias no son solo una fecha en el calendario: son un ritual colectivo que, año tras año, convoca a millones de peruanos a celebrar la independencia nacional, recordar su historia, afirmar su identidad y, sobre todo, compartir tradiciones profundamente arraigadas en la vida cotidiana.

Desde los actos oficiales hasta los desfiles escolares, desde las ferias gastronómicas hasta los bailes populares, desde la solemnidad de la Misa Te Deum hasta el júbilo de una parrillada familiar en la azotea, las Fiestas Patrias peruanas son un retrato costumbrista de la nación en movimiento, de su mestizaje, de su diversidad y de su forma particular de amar la libertad.

Acuarela de Pancho Fierro. Festejos públicos por la declaración de la independencia el 28 de julio de 1821.

Ayer: la historia republicana vestida de gala

En sus primeras décadas como república, las Fiestas Patrias eran eventos esencialmente cívicos y religiosos, donde la élite limeña asistía a ceremonias militares, misas de agradecimiento y bailes de salón en palacios coloniales. El pueblo, por su parte, festejaba con corridas de toros, retretas, serenatas criollas y festividades populares, muchas veces espontáneas.

Acuarela de Pancho Fierro. Festejos públicos por la declaración de la independencia el 28 de julio de 1821.

Durante el siglo XIX, en pueblos y ciudades del interior, las Fiestas Patrias combinaban el acto patriótico con la fiesta patronal local, generando una mezcla única de devoción religiosa, fervor patriótico y sabor tradicional. Los alcaldes y prefectos presidían actos cívicos con escarapela en el pecho, mientras las bandas de música acompañaban el izamiento de la bandera en la plaza principal.

En el siglo XX: el sabor criollo y el desfile escolar

A partir del siglo XX, con la consolidación del Estado moderno y la expansión de la educación pública, las Fiestas Patrias se volvieron más institucionalizadas y también más populares. Aparecen los tradicionales desfiles escolares, donde niños y adolescentes marchan en honor a la patria vestidos de soldados, enfermeras, incas o campesinos.

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El criollismo urbano también se apropia de estas fechas: los bares de Lima organizan concursos de marinera, valses, polcas y festejos; las radios transmiten música patriótica y criolla; y los mercados se llenan de ingredientes para el chicharrón, el tamal, la carapulcra y la sopa seca.

Las Fiestas Patrias se convierten en una oportunidad para el encuentro familiar, para visitar a los abuelos, organizar parrilladas, viajar por el país y reafirmar, desde cada hogar, un cariño por el Perú que es a la vez emocional y sensorial.

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Costumbres que persisten

En pleno siglo XXI, a pesar de los cambios políticos y las crisis recurrentes, el Perú sigue celebrando con entusiasmo sus Fiestas Patrias, reafirmando una tradición costumbrista que se reinventa sin perder su esencia:

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  • La bandera en el balcón: Desde el 1 hasta el 31 de julio, es obligatorio izar la bandera nacional. Muchos lo hacen con respeto, otros por costumbre, pero todos saben que el rojo y blanco es más que un adorno.

  • El feriado largo y los viajes: Las familias viajan a Cusco, Arequipa, Tarapoto, Huaraz, Trujillo o cualquier rincón del país. Las Fiestas Patrias son también una excusa para conocer el Perú profundo.

  • El desfile militar: El 29 de julio, miles de peruanos ven por televisión el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas. Para muchos, es un momento de orgullo, para otros, una exhibición simbólica de poder. Pero todos lo reconocen como parte del ritual patrio.

  • La comida criolla y regional: No hay 28 sin pollo a la brasa, anticuchos, cuy chactado, pachamanca, ceviche, picarones o arroz con pato. La patria se celebra con el estómago, y cada región lo hace a su manera.

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El pueblo peruano celebra 

Las Fiestas Patrias también son tiempo de reencuentro con la historia. En las escuelas, los niños representan a Bolívar, San Martín, Micaela Bastidas y Túpac Amaru. Se recitan poemas, se entonan himnos y se recuerda el acta del 28 de julio de 1821.

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Pero al mismo tiempo, en las barriadas, pueblos jóvenes y comunidades andinas o amazónicas, la patria se celebra bailando huayno, tomando chicha o realizando pasacalles con danzas ancestrales. Es una celebración plural, sin receta única. Cada peruano la hace suya.

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Más allá del discurso oficial o los fuegos artificiales, las Fiestas Patrias son una tradición viva que une al Perú en su diversidad. Desde las calles de Lima hasta las alturas de Huancavelica, desde las playas del norte hasta la selva del oriente, el sentimiento patrio se expresa con comida, música, memoria y comunidad.

Es una fiesta costumbrista porque refleja lo que somos como pueblo: contradictorios, emotivos, ruidosos, creativos, críticos, pero profundamente ligados a una tierra que, a pesar de todo, seguimos celebrando con orgullo cada 28 y 29 de julio.