POR JULIO HERRERA AC&SE

La escritura no ha concluido su camino histórico. Observemos los territorios donde la literatura contemporánea se reinventa: la poesía visual, la escritura digital, la creación con inteligencia artificial. Todas ellas muestran que el acto de escribir no es una reliquia del pasado, sino un organismo en constante metamorfosis.

«PHOTOGRAPHIC COLLAGE ALPHABET» DE LOLA DUPRE

La poesía visual, que nació en el cruce de la palabra con la imagen, ya nos había advertido que la letra podía ser figura, objeto, trazo, y que la literatura no tenía por qué limitarse a la linealidad de un verso. Fue una primera rebelión contra la idea de que la escritura debía ser únicamente vehículo de sentido. En sus formas gráficas y espaciales, la poesía visual abrió una grieta por la que el lenguaje se derramó hacia lo artístico, lo plástico, lo performático.

Luego, con la irrupción de lo digital, la escritura encontró otra frontera. Los hipertextos, las narraciones interactivas, los poemas en movimiento y las obras que se despliegan en pantallas mostraron que la literatura ya no necesitaba papel para existir. La palabra se volvió dinámica, mutable en tiempo real, capaz de dialogar con el clic del lector o con la fugacidad de un algoritmo. El texto dejó de ser un objeto estable para convertirse en experiencia.

JIM MORRISON «SIRENS» VISUAL POETRY. DE ASHLEY ESPINOZA

Hoy, con la inteligencia artificial, el panorama se expande aún más. La escritura se vuelve colaborativa entre humano y máquina; se genera desde prompts, códigos y procesos automatizados que desdibujan la noción clásica de autoría. Algunos lo ven como una amenaza, otros como un horizonte de posibilidades: lo cierto es que, incluso en este nuevo territorio, la literatura demuestra que está viva, porque se adapta, porque explora, porque no teme mutar.

El riesgo sería pensar que esta evolución destruye lo anterior. Pero no: las mutaciones de la escritura no borran su pasado, sino que lo incorporan y lo resignifican. El poema visual dialoga con la tradición del caligrama; el hipertexto digital recuerda la multiplicidad de caminos del relato oral; la escritura con inteligencia artificial reabre preguntas antiguas sobre la inspiración, la originalidad y la creatividad compartida.

«PRESENCES 5c» SERIE «PRESENCES», DE MIGUEL JIMENEZ

En el fondo, lo que late en cada uno de estos cambios es la certeza de que la literatura es un espejo móvil de la condición humana. Mientras existan voces, signos, deseos de narrar y de figurar el mundo, la escritura seguirá buscando nuevas formas. No está concluida, porque la historia tampoco lo está.