Cada 24 de septiembre, el Perú se viste de fe y tradición para celebrar a la Virgen de las Mercedes, conocida también como la “Patrona de las Armas del Perú” y, para muchos, la Madre protectora de los pueblos andinos y costeños. La devoción a esta advocación mariana llegó con los padres mercedarios en el siglo XIII, pero en tierras peruanas adquirió una fuerza y un rostro propios, mezclando la herencia española con la cosmovisión andina.
En Cajamarca, en Lambayeque, en Paita, en Piura y en decenas de pueblos, las procesiones inundan las calles. Desde la madrugada, el repique de las campanas anuncia que no es un día cualquiera. Mujeres con mantos bordados, niños que acompañan con flores, bandas de música y danzantes de tijeras o marinera según la región, se suman a la celebración. La imagen de la Virgen, vestida con túnicas blancas y mantos ricamente decorados, es cargada en andas, acompañada de oraciones, promesas y cánticos que se confunden con fuegos artificiales y comidas tradicionales.
La historia de esta devoción tiene un trasfondo profundo. La Virgen de las Mercedes fue proclamada Patrona de las Armas del Perú en 1823, cuando el naciente Estado republicano buscaba símbolos de unidad y protección frente a los desafíos de su independencia. En ese acto simbólico se condensó la fusión entre religión y política, entre fe popular y proyecto nacional. Desde entonces, la Virgen ha acompañado momentos cruciales de la historia peruana, desde guerras hasta desastres naturales, siempre invocada como madre protectora y refugio en la adversidad.
Pero la fiesta no se limita al fervor religioso. Es también un espacio de encuentro cultural. En la sierra cajamarquina, por ejemplo, la procesión se acompaña de ferias agrícolas y artesanales, donde el maíz, la papa y el cuy son protagonistas. En la costa norte, las celebraciones se entrelazan con la marinera, la chicha y la devoción pescadora que reconoce en la Virgen una guía en el mar incierto. Cada región imprime su sello, haciendo de la Virgen de las Mercedes un símbolo mestizo, nacido del cruce entre la fe católica y la religiosidad ancestral andina.
El significado de la celebración trasciende lo religioso. Es, sobre todo, un recordatorio de la capacidad de los pueblos para crear símbolos comunes que fortalezcan su identidad. La Virgen de las Mercedes representa protección, libertad y esperanza; valores que, más allá de credos, atraviesan la vida cotidiana de los peruanos.
Así, cada septiembre, cuando el país se reencuentra con esta tradición centenaria, no solo revive la fe, sino también la memoria histórica. La Virgen de las Mercedes no es solo una figura sagrada: es la metáfora de un pueblo que, en medio de sus contradicciones, sigue buscando amparo, unidad y fuerza espiritual para enfrentar los desafíos de su tiempo.