En septiembre del 2025, la literatura latinoamericana volvió su mirada hacia el Perú cuando la poeta y narradora Carmen Ollé fue distinguida con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, otorgado por la Universidad de Talca en Chile. El galardón, uno de los más prestigiosos en la región, reconoció una trayectoria marcada por la experimentación literaria, la audacia de sus temas y la fuerza visceral de una escritura que, desde hace más de cuatro décadas, se mueve entre lo íntimo y lo político, entre lo corporal y lo social, entre lo lírico y lo narrativo.

Nacida en Lima en 1947, Ollé estudió Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero pronto su vida se volcó hacia la literatura. Su primer libro, el célebre poemario Noches de adrenalina publicado en 1981, sacudió la poesía peruana de la época al colocar en el centro de la escritura la experiencia del cuerpo femenino, el deseo, la ciudad y el desasosiego, en un lenguaje directo y sin concesiones. Ese debut la convirtió en una voz imprescindible y, al mismo tiempo, polémica, pues cuestionaba tanto los cánones poéticos masculinos como las convenciones de lo que se esperaba de una mujer escritora en el Perú de inicios de los ochenta.

A lo largo de los años, Ollé consolidó una obra múltiple que incluye títulos como Todo orgullo humea la noche (1988), ¿Por qué hacen tanto ruido? (1992), Las dos caras del deseo (1994), Pista falsa (1999), Una muchacha bajo su paraguas (2002), Retrato de una mujer sin familia ante una copa (2007) y Halcones en el parque (2012), entre otros libros que transitan entre la poesía, la narrativa y el ensayo. Además de su labor creativa, ha sido profesora, tallerista, directora del Centro de Documentación sobre la Mujer y presidenta del Pen Club del Perú, lo que refuerza la imagen de una intelectual comprometida con la escritura, con las mujeres y con la cultura.

Foto: Casa de la Literatura Peruana

El jurado del Premio José Donoso destacó el carácter experimental y político de su obra, que no se limita a un solo género y que desafía los límites entre la lírica, la prosa, el testimonio y la ficción. Ollé escribe desde el cuerpo, desde el deseo, desde el exilio interno, pero también desde la memoria colectiva, haciendo de cada texto una indagación personal y, al mismo tiempo, social. Ella misma ha confesado en diversas entrevistas que no concibe la literatura desligada de la vida, ni el yo separado de su contexto, y por eso su poesía puede leerse como un ejercicio de resistencia frente a lo establecido.

Algunos de sus versos se han convertido en emblemas de esa mirada cruda y lúcida. En su poema Tener 30 años no cambia nada escribe: “Tener 30 años no cambia nada salvo aproximarse al ataque cardiaco o al vaciado uterino. Dolencias al margen…”. Es un ejemplo de cómo lo corporal y lo íntimo se convierten en territorio poético, en una manera de evidenciar el paso del tiempo, el peso de la biología, la tensión entre vitalidad y fragilidad. Ollé no adorna ni disimula: expone la vida en su crudeza y convierte esa honestidad en fuerza literaria.

El reconocimiento con el Premio José Donoso llega como una consagración a una voz que nunca se dejó domesticar por el mercado ni por las modas. Ollé pertenece a esa generación de escritores peruanos que abrieron nuevas rutas de exploración en la literatura, pero en su caso lo hizo desde un lugar doblemente desafiante: ser mujer en un campo aún marcado por hegemonías masculinas y escribir desde el cuerpo y el deseo en una sociedad conservadora.

Hoy, a los 78 años, su obra sigue dialogando con nuevas generaciones de lectoras y lectores, y su poesía conserva la potencia de aquello que no ha perdido vigencia porque nunca dejó de ser necesario. La escritura de Carmen Ollé nos recuerda que lo íntimo es también político, que la literatura puede ser un campo de batalla tan importante como la calle, y que la palabra, cuando se atreve a nombrar lo no dicho, se convierte en un acto de libertad.

El Premio José Donoso 2025 no solo celebra la trayectoria de una poeta, sino también confirma que la literatura latinoamericana sigue encontrando en voces como la suya la posibilidad de reinventarse, de incomodar y de emocionar. Carmen Ollé, con su inconfundible estilo, nos recuerda que la poesía sigue siendo ese lugar donde el cuerpo, el deseo y la memoria se transforman en palabra viva.