Cada mes de octubre, cuando Lima se viste de morado para rendir homenaje al Señor de los Milagros, la plaza de toros de Acho revive una de sus tradiciones más antiguas y emblemáticas: la Feria Taurina del Señor de los Milagros, conocida también como la “Temporada Limeña”. En este espacio, donde la fe y la fiesta se entrelazan, el sonido del clarín anuncia no solo el inicio de una corrida, sino el eco de siglos de historia, arte y cultura que han sobrevivido a los vaivenes del tiempo y de la polémica.

La historia de esta feria está íntimamente ligada a la propia historia de Acho, la plaza más antigua de América y una de las más prestigiosas del mundo taurino. Fue inaugurada en 1766, durante el virreinato de Manuel de Amat y Junyent, quien impulsó su construcción en el barrio del Rímac como parte de un proyecto de modernización urbana. Desde entonces, el coso limeño se convirtió en un referente del arte del toreo en el continente, acogiendo a figuras legendarias desde el siglo XVIII hasta nuestros días.

Pero la Feria del Señor de los Milagros como tal nació en la segunda mitad del siglo XX, cuando Lima buscaba articular sus grandes devociones religiosas con sus celebraciones populares. Octubre, mes morado, mes de procesiones, se transformó también en mes taurino. Así, mientras el Cristo moreno recorría las calles de la ciudad, en Acho los capotes se abrían como oraciones de seda frente a la multitud. Desde entonces, la feria se convirtió en un símbolo de la identidad limeña, una cita anual donde el fervor religioso y la pasión taurina se funden en un mismo sentimiento de tradición.

Feria del Señor de los Milagros Acho 2025

A lo largo de las décadas, han pisado el albero de Acho algunos de los toreros más grandes del mundo: Luis Miguel Dominguín, Paco Camino, Enrique Ponce, El Juli, José Tomás, Roca Rey, entre muchos otros. También fue el escenario del arte criollo, pues en los días de feria los balcones del Rímac se llenaban de música, guitarras y peñas donde se cantaban valses y marineras, acompañando el espíritu festivo de la temporada.

EL MONARCA Y EL CIGARRERO. Roca Rey y Morante, base de Acho 2025. Tauromaquías

Sin embargo, la historia de la feria no ha estado exenta de controversia. En los últimos años, las corridas de toros han sido objeto de intensos debates sobre su legitimidad cultural y su relación con los derechos de los animales. En medio de estas tensiones, la Feria del Señor de los Milagros ha persistido, defendida por sus seguidores como una manifestación artística, patrimonial y profundamente enraizada en la historia del Perú virreinal y republicano. La Corte Constitucional, en diversas ocasiones, ha reconocido su valor como expresión cultural, argumentando que forma parte del legado intangible de la nación.

Pero más allá de las polémicas, la feria representa un espejo de la propia Lima: diversa, mestiza, contradictoria, devota y festiva. En cada tarde de octubre, el sol limeño ilumina el polvo de la arena mientras los tendidos se llenan de pañuelos blancos y voces que claman “¡Olé!”; un ritual que trasciende el espectáculo para convertirse en un acto de comunión colectiva.

En su edición más reciente, la Feria Taurina del Señor de los Milagros 2025 volverá a reunir a figuras del toreo mundial, así como a ganaderías nacionales e internacionales. El cartel, cuidadosamente seleccionado, busca mantener el prestigio de Acho como plaza de primera categoría. Pero más allá del programa, lo que se celebra es la continuidad de una historia que comenzó hace más de 250 años y que aún late en el corazón del Rímac.

Porque en Lima, cada octubre, entre el incienso del Señor de los Milagros y el clarín de Acho, se recuerda que la tradición no está reñida con el tiempo. La Feria del Señor de los Milagros es, al fin y al cabo, una metáfora de la ciudad misma: una Lima que vive entre la devoción y la pasión, entre lo sagrado y lo profano, entre el pasado y el presente, y que cada año se reencuentra consigo misma en la arena de su historia.