Cesar Ortiz Anderson

Presidente de Aprosec

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Un rondero que se encuentra en Lima, declaró ayer ante los medios de comunicación de que ellos serían los encargados de combatir la inseguridad ciudadana en las ciudades como Lima, en mi opinión se está dando un error de percepción.

Es conveniente recordar que los Ronderos se crearon por campesinos en el centro poblado de Cuyumalca, provincia de Chota en la Región de Cajamarca un 29 de Diciembre del año 1976, con el objetivo de combatir el abigeato y la delincuencia, ello con el transcurrir del tiempo fue replicado en zonas rurales de casi todo el país, básicamente por la falta del Estado, ausencia de la Policía y Fuerzas Armadas. La función de los Ronderos inicialmente fue la captura y entrega de los delincuentes que habían sido sorprendidos en flagrante delito a las autoridades competentes.

Los Ronderos en el campo y en las zonas rurales, tienen también una autoridad «Moral» por ejemplo castigan a los infieles y adúlteros con latigazos. Los Ronderos en la práctica Juzgan, Sentencian y Castigan, es un derecho que tienen las comunidades campesinas y Nativas.

El Estado reconoce a las rondas campesinas como organizaciones de apoyo a las comunidades rurales, recordemos cuando en su gobierno Alberto Fujimori les entregó 500 escopetas, los comités de autodefensa fueron autorizados a la tenencia y uso de armas y municiones de uso civil, para evitar el narcotráfico y terrorismo, para comprender debemos leer la Ley 25327 y el Decreto Legislativo 689 y 741.

En el artículo 166 de la actual Constitución, la Policía tiene por finalidad fundamental, Garantizar, Mantener y Restablecer el Orden Interno, restar atención y ayuda a la comunidad, Garantizar el cumplimiento de las Leyes y la seguridad del patrimonio Público y Privado, Previene, Investiga y Combate a la delincuencia.

Pero afirmar que los Ronderos podrían encargarse de la lucha contra la inseguridad ciudadana en las grandes ciudades del país es un error muy común en las relaciones de interculturalidad, es decir en donde participan o interactúan dos culturas diferentes, en este caso:

a) Los Ronderos pertenecientes a una cultura rural, y

b) La seguridad ciudadana en las grandes ciudades perteneciente a una cultura urbana.

Este error muy común en las relaciones interculturales es un error de percepción por simple desconocimiento de “la otra cultura”, error que durante los 200 años de vida republicana el Estado central ha venido cometiendo en sus relaciones con las poblaciones indígenas, nativas u originarias del Perú; y que ha sido motivo de múltiples teorías  y estudios sociales, históricos y antropológicos sobre cómo el Estado debe gobernar en las comunidades campesinas, comunidades nativas amazónicas e identidades etnolingüísticas del Perú (aproximadamente 70 lenguas incluyendo el quechua y el aimara). Producto de este desconocimiento de “la otra cultura” el Estado peruano, centralista, criollo, limeño estuvo en 200 años de República distante y ajeno al mundo rural y provinciano, tomando decisiones desde el gobierno del Estado sobre “la otra cultura” del Perú profundo.

Pero en el caso del gobierno de Pedro Castillo por primera vez sucede un fenómeno a la inversa, es la cultura del medio rural la que gobernará en el Estado sobre la ciudad capital, centralista y criolla. Los Ronderos de Pedro Castillo corren el grave riesgo de volver a cometer el mismo error que durante 200 años ha cometido la República: desconocer “la cultura del otro” y tomar decisiones en el gobierno sobre una cultura y contexto que desconocen y que no les pertenece.

Ése mismo error de percepción podría presentarse en otros aspectos de la política del gobierno de Pedro Castillo, y ése no sería un problema de polaridades de ideologías políticas izquierda/derecha o comunismo/capitalismo, sino que se trata de otro tipo de polaridad, no ideológica, no política, sino más bien  cultural: campo/ ciudad, rural/urbano,  provincia/capital, sierra/costa, blanco/indio, criollo/cholo, etc., etc. de los cuales la polaridad rural/urbano es la más antigua y data desde los orígenes mismo de la civilización, con las primeras ciudades, Caral en el caso del Perú.  Las polaridades Lima/provincias, blanco/indio etc., provienen de la época del virreinato; mientras criollo/cholo e izquierda/derecha, capitalismo/comunismo son más recientes, de la República o el siglo XX.

Este desencuentro con “la otra cultura” ha sido desde inicios de la República el principal problema e impedimento para lograr el desarrollo del país. Y el gobierno de  Pedro Castillo, el primero en 200 años que proviene de un medio rural, campesino, provinciano (recordemos que Alejandro Toledo natural de Cabana-Áncash provenía de la Universidad de Harvard y del mundo intelectual frecuentado por su esposa la antropóloga Eliane Karp), podría seguir cometiendo el mismo error.  Por esa razón,  sería utópico pensar que las Rondas  Campesinas podrían ser la solución para reducir el número y frecuencia de la violenta delincuencia que hoy vivimos.

Finalmente, la inseguridad ciudadana que hoy vivimos no debe quedar en agenda pendiente, como ha sido con los últimos gobiernos. Este gobierno deberá hacer el mayor de los esfuerzos, tener una visión holística del problema y sentar sólidas bases como Política de Estado para gradualmente reducir la criminalidad que hoy nos asfixia al igual que la pandemia.

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