Según informe de IFC y el Banco Mundial

Antes de la llegada de la pandemia, Perú danzaba entre luces y sombras en materia económica. La primera década del siglo XXI fue testigo de un crecimiento constante, impulsado principalmente por una política macroeconómica robusta y el boom de las materias primas o commodities.

Con cifras de crecimiento envidiables y una clase media que alzaba vuelo, la nación andina experimentó una transformación notable. La riqueza del país creció 6% de media anual entre 2004 y 2014 y fue la mayor tasa en Sudamérica. Sin embargo, a medida que avanzaba la segunda década, las disonancias se hicieron más visibles.

Con la pandemia de covid-19 se resaltaron las diferencias que existen en Perú. Fuera de la capital, la población enfrenta mayores retos en temas básicos como bienes y servicios públicos. En el interior, la inversión privada es más reducida y esto ha detenido la creación de empleos en la región con un gran potencial. En los primeros cinco meses de 2023, el PIB se redujo 0,5% debido a la incertidumbre política, el malestar social y la ocurrencia de desastres. Otras limitaciones que ha tenido el mercado peruano y que afecta directamente la inversión privada, es la informalidad en la tenencia de tierras. La ausencia de registros completos debilita a las instituciones y le quita transparencia a los procesos de titulación. Además, Perú es uno de los países más vulnerables frente al cambio climático.

Con el fin de contribuir a la recuperación de la economía peruana, el informe Creando Mercados en el Perú: Diagnóstico de País del Sector Privado de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) y el Banco Mundial, presenta las recomendaciones para fomentar la inversión privada en el país, reducir las brechas económicas e impulsar el desarrollo de Perú con visión sustentable.

Este estudio profundiza los desafíos de la economía peruana y se detiene en cuatro ejes fundamentales para alcanzar el desarrollo del país: agricultura, turismo, acuacultura y economía digital. Plantea que estos sectores deben adoptar prácticas sostenibles, fundamentales para el Banco Mundial y el IFC.

“La estrategia para Perú y la región se enfoca en tres grandes temas”, asegura Manuel Reyes-Retana, director regional de IFC para América del Sur. “El primero es sustentabilidad. Todo lo que tiene que ver con cambio climático es central en nuestra estrategia mundial. Perú no es la excepción. El segundo es inclusión, y no solo me refiero a inclusión financiera, sino agua, saneamiento, salud, educación, comunicaciones, servicios digitales y sectores vulnerables. El tercero es productividad. La productividad baja es en sí misma el reflejo de carencias en aspectos como la infraestructura, telecomunicaciones y transportes”, explica.

Perú cuenta con más de 3.000 kilómetros de costa y cuenta con ecosistemas variados que hacen más vulnerable al país frente al cambio climático. El estudio de IFC y Banco Mundial busca impulsar la inversión privada en actividades económicas más inclusivas y climáticamente inteligentes, lo que podrá acelerar la recuperación económica, pero de manera sostenible, en un mediano plazo de cuatro a cinco años. “Durante los últimos 10 años, IFC ha invertido alrededor de 2.000 millones de dólares en el Perú. En los siguientes cuatro o cinco años, estimamos que podemos invertir entre 1.500 y 2.000 millones de dólares. A diferencia de inversionistas comerciales o financieros, nuestras inversiones son contracíclicas. No somos el tipo de inversionistas que retrocede cuando percibe riesgo o bajo crecimiento. Por el contrario, lo que motiva nuestras inversiones es el impacto”.

El sector privado en Perú ha tenido apoyo de IFC en diferentes áreas. Desde financiamiento y asesoría para el desarrollo de infraestructura a asistencia para fortalecer las capacidades de los gobiernos regionales y municipales, como es el caso de la plataforma de valor compartido Moquegua Crece, una alianza con accionistas de la empresa minera Quellaveco, así como el gobierno regional de Moquegua. También están las líneas de créditos con instituciones bancarias para apoyar a micro, pequeñas y medianas empresas, enfocándose en la inclusión financiera para las mujeres y población migrante.

El diagnóstico que hace el IFC destaca recomendaciones de reforma en tres líneas: elevar la eficacia de los gobiernos subnacionales para invertir, reforma en los mercados de tierras y mercado laboral para facilitar las inversiones y reformas para reducir la informalidad, promoviendo el acceso a empleos de calidad.

En los próximos meses, la Corporación Financiera Internacional buscará potenciar las actividades empresariales vinculadas a la naturaleza en la región de la Amazonia, con actividades forestales sostenibles y actividades de protección al ecosistema financiables con un desarrollo amplio del mercado de créditos de carbono.

El País

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