José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay (2010–2015), una de las figuras políticas más admiradas de América Latina y del mundo, no por la ostentación del poder, sino por su humildad, coherencia y honestidad. Nacido el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, Mujica fue agricultor, guerrillero tupamaro, preso político, senador, presidente de la República y, sobre todo, un referente ético en el ejercicio del poder.

Durante su juventud, participó activamente en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, por lo cual fue detenido durante la dictadura militar y pasó más de 13 años preso, en condiciones inhumanas. Sin embargo, al recuperar la libertad, eligió el camino democrático, y desde el Frente Amplio asumió diversos cargos políticos hasta alcanzar la presidencia del país.

Su mandato presidencial se destacó por un estilo de vida austero. Rechazó vivir en la residencia presidencial, optando por quedarse en su chacra a las afueras de Montevideo, conduciendo su viejo Volkswagen escarabajo y donando la mayor parte de su salario a causas sociales. Esta coherencia entre su discurso y su vida personal lo convirtió en un símbolo mundial de honradez y sencillez en la política.

Mujica impulsó reformas progresistas como la legalización del matrimonio igualitario, la regulación del mercado de la marihuana y la ley del aborto, siempre enmarcadas en un enfoque de justicia social. Además, durante su gestión, Uruguay se consolidó como uno de los países más transparentes y democráticos del continente.

A lo largo de su carrera, nunca dejó de hablar con claridad y sentido común, ofreciendo mensajes que llamaban a la sobriedad, la solidaridad y el respeto por la vida, criticando el consumismo excesivo y la desigualdad. Por todo ello, Mujica es reconocido no solo como un exmandatario, sino como un líder moral, un ejemplo viviente de que la política puede y debe estar al servicio de la gente.

Su legado, hoy que se ha retirado de la vida política activa por razones de salud, trasciende fronteras y generaciones: José Mujica no solo fue un presidente honrado, fue un maestro de vida pública y privada, un hombre que gobernó con ética y dejó huella con el ejemplo.