POR CARLOS DE LA TORRE PAREDES -ANALISTA POLÍTICO

Estamos acostumbrados a que, durante las campañas políticas, los candidatos realicen promesas de “mano dura”, inviables o ilegales, muchas de las cuales plantean la violación del orden constitucional o de los derechos humanos como mecanismo para resolver algún problema específico, como el de la delincuencia, las violaciones a menores, la trata de personas y tantos otros males que desangran a nuestra sociedad.

La campaña electoral por Lima, que empezó hace unas semanas, no está exenta de este tipo de promesas. Hace pocos días, el candidato Daniel Urresti publicó por redes sociales una imagen con un texto en el que aseguraba que capturaría a 200 delincuentes por día, lo que daría un total de 6 mil apresados al mes, esto acompañado de una narrativa donde mencionaba no importarle las condiciones mínimas de los futuros prisioneros, y ponía de ejemplo el que durmieran hacinados.

Esta narrativa, que claramente plantea una violación de los derechos humanos, adquiere un cariz de peligro para la sociedad si se considera el hecho de que, de aplicarse, se estarían estableciendo cuotas de personas capturadas, lo que empujaría a la autoridad a llegar a estas cifras, muchas veces recurriendo a excesos.

El problema de las cuotas respecto a servicios en la administración pública es algo ya harto conocido, y siempre ha traído consecuencias nefastas, pues los servidores públicos hacen todo lo necesario por alcanzar estas metas que les permiten mantener sus trabajos.

A pesar de esto, las narrativas de “mano dura” basadas en resultados cuantitativos son fáciles de entender, por lo que ayudan a posicionar discursos. El caso de Bukele en El Salvador es una prueba de que las sociedades responden positivamente a reacciones drásticas basadas en resultados cuantitativos. Uno de los grandes logros del presidente salvadoreño es haber apresado a 35 mil presuntos pandilleros en lo que va de su gobierno, avalado por un estado de excepción que le ha permitido arrestar a miles de personas sin seguir un debido proceso y, con esto, reducir los asesinatos diarios en El Salvador a 0, algunos días.

El discurso utilizado por Urresti parece querer replicar el de Bukele, lo que muy posiblemente lo beneficie en campaña. Sin embargo, a pesar de que lo planteado generará un impacto comunicacional que de seguro sabrá aprovechar, para concretar su propuesta requeriría, necesariamente, de la colaboración del Ministerio del Interior, por lo que también dependería de la situación política y de gestión del gobierno.

Por su parte, su principal contrincante, Rafael López Aliaga, ha presentado su plan de gobierno para Lima, donde ha abordado el tema de la seguridad con planteamientos más moderados que los esgrimidos por Urresti en redes sociales. A medida que avance la campaña es probable que requiera de una narrativa concreta, medible, simple de entender y basada en la gestión eficiente, para enfrentar el planteamiento de cuotas de Urresti.

Lo más probable y lógico sería que, al igual que Urresti, López Aliaga termine por recurrir a algún ejemplo concreto de seguridad conseguida con “mano dura” en el mundo, adecuado a su perfil (más vinculado a la gestión), y que le permita prometer resultados numéricos para adaptarlos al contexto peruano, por lo que no resultaría extraño también toparnos con propuestas “extremas” de su parte para resolver el problema de la inseguridad.

¿Por qué apuntar a lo cuantitativo antes que a lo cualitativo? Pues porque explicar beneficios es más difícil que el asegurar terminar con miedos, y traería complicaciones comunicacionales que los candidatos probablemente no estén dispuestos a afrontar.

Sin embargo y a pesar de que estos dos candidatos actualmente se encuentran en los primeros lugares, eso no significa que las tendencias no puedan cambiar, más aún si se considera que ambos mantienen relaciones tensas con la mayoría de medios de comunicación, lo que no contribuye a su imagen pública.

Artículo publicado en EXPRESO

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here