Foto: ANDINA/Prensa Presidencia.

POR JULIO HERRERA

Director de Portada Hispana

El efecto mediático que se viene acumulando tras el caso de Yenifer Paredes, cuñada e hija adoptiva del presidente Pedro Castillo, y la reciente sentencia de 30 meses de prisión preventiva dictada hace unos días, ha conseguido que la popularidad del Presidente de la República suba en las encuestas.

Hace tiempo que la política en el Perú además de haberse judicializado también se ha dramatizado en una triste comedia de la crisis institucional de la democracia. La popularidad en nuestro país es susceptible a la emotividad y a la catarsis al identificarse con los actores políticos que aman/odian. El auge del streaming, la TV por cable y la Internet ha ocasionado que la TV peruana preste mayor cobertura al escenario político en noticieros y programas de entrevistas en busca de una alta sintonía.

Por otro lado, los casos de delictividad, informalidad, polarización y antipatía continúan en el Congreso de la República, consiguiendo que la popularidad le dé su desaprobación en las encuestas. Resaltan los casos de dos congresistas que sumaron puntos negativos al Congreso al haber sido sentenciado a prisión uno, y al haber sido acusado de intento de violación en su despacho legislativo por una de sus asesoras, el otro. Del mismo modo los constantes enfrentamientos entre las bancadas legislativas, hecho natural en el ejercicio de la representatividad democrática, no contribuyen con la imagen del Congreso. Esto favorece al gobierno de Pedro Castillo que en reiteradas ocasiones ha sugerido el cierre del Congreso a través de sus voceros más importantes.

Lo que no favorece al gobierno de Pedro Castillo, y podría considerarse como una evidencia de un mal manejo político del Presidente y la PCM, es la relación con la Policía Nacional, institución con la que parece no haber entendimiento a un alto nivel, situación que está generando división e inestabilidad en el Ministerio del Interior. Por otro lado, la inseguridad ciudadana empeora en las principales ciudades del país.

La crisis mundial, la inflación internacional, la escasez de fertilizantes y el desabastecimiento periódico de combustibles son factores que golpean desde afuera al gobierno de Pedro Castillo y que en un corto o mediano plazo podrían terminar por convertirlo en villano. Con respecto a las Relaciones Internacionales del Perú durante el gobierno de Pedro Castillo, el recientemente nombrado ministro del Exterior, Miguel Ángel Rodríguez Mackay ha conseguido un punto a favor del Perú al ganarse la confianza del único presidente que no pertenece a la órbita de la izquierda socialista en la zona de la Comunidad Andina de Naciones CAN, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso. De esta forma, el ministro Rodríguez Mackay ha conseguido que, para la reciente toma de la presidencia pre-témpore de la CAN por el Perú, el bloque entero se cierre en apoyo al gobierno de Pedro Castillo. Este apoyo internacional que recibe el presidente Pedro Castillo por parte de los gobiernos de la CAN contradice a la oposición legislativa que hace pocos días le negó el permiso para asistir a la toma de mando del presidente Petro en Bogotá.

Son tiempos difíciles después de la primera pandemia global y al borde de la 3era Guerra Mundial. El Perú necesita un gobierno que sepa afrontar los problemas que nos afectan: salud, alimentación, combustibles, energía, seguridad, trabajo, educación, etc. Desde esta perspectiva, el Perú carece de líderes desde hace décadas y es necesario reconocer que nuestro país algunas veces ha salido muy mal parado de las crisis internacionales como en la reciente pandemia del covid donde fuimos uno de los más golpeados del mundo. Pero también algunas veces hemos salido victoriosos de los peores momentos de la humanidad como en los tiempos del salitre o en los tiempos del caucho. Recordemos lo difícil que fue para el país la década de los años 1980, en especial el segundo lustro. Desde entonces el Perú ha crecido sin retroceso. Es ese crecimiento y desarrollo logrados los que debieran primar en nuestra sociedad. Pero lamentablemente nuestro pueblo no tiene la conciencia civil ni la cultura democrática para saber exigirlo.

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