Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay – Internacionalista

Habiendo transcurrido casi cuatro meses del plazo máximo establecido constitutivamente -enero de 2023- para que el Perú asuma la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico, que integran, además, Chile, Colombia y México, no cabe la menor duda de que, desde el derecho internacional, que es el mundo de las normas jurídicas fuera del marco interno de cada Estado, el país azteca, cuyo mandatario sigue resistiéndose a entregar la posta a su homóloga peruana, Dina Boluarte, técnicamente ha configurado por la resistencia a un cambio cualitativo por rotación alfabética que le correspondía a nuestro país, una incuestionable presidencia de facto, es decir, una de hecho y no derecho.

La primera consecuencia jurídica de esta circunstancia atípica deliberadamente producida por factores políticos surgidos de las propias entrañas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador será que el Perú, Chile y Colombia no deberían reconocer al mandatario mexicano en los actos que siga ejecutando al frente de la Alianza, debiendo dejarla en el acto para no seguir perjudicando al bloque.

Es verdad que Chile y Colombia no van a cerrar filas con el temperamento que, a mi juicio, debería adoptar la cancillería peruana -que ha acertado a medias al decir cándidamente que efectuarán consultas a las partes sobre el incómodo reclamo-, con lo cual, dejándonos vergonzosamente sin piso, el daño al bloque más exitoso para el impulso económico y comercial de los cuatro Estados miembros, que ya cuenta con más de 62 Estados observadores, se habrá profundizado.

La postura de la cancillería peruana, aunque es verdad que está pensada en salvar el marco empresarial de la Alianza, por su manifiesta lábil actitud, poco hará para atenuar el daño producido. Si miramos con mayor tino y olfato político, Torre Tagle debió sentar una postura de imperturbable malestar.

México, Chile y Colombia saben que la Alianza del Pacífico, realmente dañada, afectará internamente a los 4 países pues la soñada integración profunda más bien será visibilizada por los recelos y las desconfianzas y hasta andando a paso de tortuga, siendo relegada a una integración formal y superficial. Requerimos audacia de la cancillería para afrontar una etapa llena de obstáculos.

Publicado en Expreso

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