El surrealismo detrás de las maravillas del país de Alicia 

Poca gente hay que no conozca a Alicia, la pequeña de pelo rubio que corre detrás de un conejo blanco con un reloj de bolsillo (elemento que representa al tiempo, un tema muy importante a lo largo de la novela), o a la reina “cabezona” de corazones, que grita continuamente “¡Que le corten la cabeza!”. El interés que este universo encantado ha despertado a lo largo del tiempo ha sido tal que hasta algunos de los movimientos vanguardistas de la primera mitad del siglo XX han sido marcados e influidos por él. Esta exposición te permite conocer la fascinación que surrealistas como Salvador Dalí, Max Ernst y Marie Laurencin sentían por este país de las maravillas.

La muestra, cuya comisaria es Helena Alonso, cuenta con setenta y cuatro obras, de las cuales sesenta son grabados y el resto son esculturas, óleos, fotografías y películas. Gran parte de las piezas gira en torno a conceptos como el tiempo, la locura, el sueño, las matemáticas y la propia identidad. Nada más al comenzar a recorrer los pasillos de este fantástico mundo, nos encontramos con las dos películas pioneras de Alicia en el país de las maravillas, la versión de Cecil Hepworth y Precy Stow de 1903, y la de Edwin S. Porter de 1910. Al avanzar por este recorrido, también se puede visualizar el cortometraje de animación llamado Destino, proyecto de apenas seis minutos y medio de duración, en el que colaboraron el cineasta estadounidense Walt Disney y el artista español Salvador Dalí. Dicho corto salió a la luz en 2003, cincuenta y ocho años después del inicio de su producción. El paralelismo entre Alicia y Salvador Dalí es indudable: ambos se mueven entre el mundo de la realidad y el de los sueños. Trece de los grabados de la exposición pertenecen al artista, persona que siempre estuvo fascinada por la metamorfosis y el tiempo. En sus piezas plasma muy bien estos dos temas: la metamorfosis, la cual representa mediante varias mariposas (animales que sufren una de las mayores transformaciones genéticas en su paso de oruga a su estado final); y el paso del tiempo, representado mediante relojes “blandos”, derretidos y detenidos en las seis, indicando la hora del té, como los de La persistencia de la memoria de 1931. Ambos conceptos, el tiempo y la metamorfosis, se pueden apreciar en la siguiente obra, Una merienda de locos (1969). Con tan solo ver esta pieza y sin mirar quién es el autor de la misma, se puede distinguir perfectamente que se trata de una obra de Dalí, debido a la presencia de los elementos ya mencionados.

El autor de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll, fue de igual manera una gran fuente de inspiración para Max Ernst por lo que, el artista dedicó una serie de litografías a este mundo literario. En ellas, Ernst recrea de manera abstracta escenas de la novela (como en la siguiente obra Locura y té de las cincode 1970), utilizando la técnica del frottage, mediante formas inspiradas en figuras geométricas de la naturaleza.

Además, en la exposición destacan veintiséis ilustraciones originales de John Tenniel (famoso por ilustrar revistas satíricas en su época), las cuales creó para la primera edición de la novela y que, actualmente, siguen apareciendo en las reediciones. En ellas, aparecen las figuras más representativas del cuento como son el gato, el sombrerero, la duquesa o reina de corazones y la protagonista, Alicia. 

Pero en la muestra también hay hueco para una importante figura femenina, Marie Laurencin, una de las primeras en representar el universo femenino a partir de la libertad creativa de una mujer artista en 1930. Para ella, Alicia era una fuente de inspiración de la cual tomó elementos como el sueño, el tiempo, la locura o ese acceso a una realidad diferente, nueva. En la siguiente obra, Retrato de Alicia (1930), se pueden contemplar múltiples trazos en diferentes direcciones ylíneas sinuosas y curvas de colores y tonalidades pastel que resaltan su aspecto femenino e impulsan a ir más allá del propio personaje. 

Al conjunto de obras exhibidas cabe añadir y reconocer el gran trabajo de diseño de la exposición, espacio concebido para narrar la historia de la pequeña  mediante capítulos que coinciden con las piezas correspondientes a cada escena. De esta manera, al  visitante se le hace mucho más simple sumergirse en este universo literario a medida que avanza. La de Alicia es una exposición diferente, centrada en la visión que Salvador Dalí, Max Ernst, Marie Laurencin y John Tenniel tenían de la novela. Además, al ser gratuita, invita a todos a adentrarse en el surrealismo de un cosmos sin igual.

Laura Calderón/Atenea Blog

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